Acabo de seguir un consejo que me dieron este verano: “escribe para ti misma, no para los demás”. Estaba bloqueada porque no sabía qué poner en el blog, todo me parecía soso, rutinario o, por el contrario, demasiado privado para publicarlo. He pensado que no tenía por qué enseñarle esto a nadie y ha desaparecido el bloqueo. Ha sido una semana un poco rara, arrastraba cansancio del fin de semana pasado y en el trabajo no me ha cundido mucho. Aparte, tuve una reunión con mi compañera Laura que ocupó un día entero, preparando cosas por si se tenía que ir (parece que podrá seguir en el país un tiempo aunque sin permiso para trabajar) y eso me descentró un poco. También tuve cita con el paciente, con el esfuerzo mental que eso conlleva. Tengo la sensación de que me he metido en muchos proyectos, de que estoy “abarcando mucho y apretando poco” pero por otro lado creo que si hay algún momento para ir esparciendo semillas es este. Ahora que “sólo” tengo que cuidar de mí misma, ahora que estoy a 10.000 km de mi familia y muchos de mis amigos, es un buen momento para dedicar mi energía al ámbito profesional. Quizás eso haga que mi vida se haya vuelto un poco más aburrida o, quizás, que no tenga tantas novedades destacables (creo que lo más relevante de mi semana es que Galadriel me ha enseñado a hacer tarta de zanahorias). O bueno, que me llovió encima como nunca antes y acabé con la bolsa del super desintegrada antes de llegar a casa.
Me di cuenta porque el plátano estaba a punto de darse a la fuga
A lo mejor es que he empezado a
acostumbrarme a Seattle y vivencias que a mí no me parecen destacables pueden
ser interesantes para alguien de fuera, no lo sé. Me siento muy rara viendo
fotos de amigos en la playa, anuncios de protección solar, bombardeo con la
operación biquini, salir a la calle y ver esto:
Creo que por eso siento que lo mío es menos
interesante
También reflexionaba con Ojitos, Carmen y
Galadriel sobre algo que, de nuevo me ha sorprendido. No soy anónima. Ayer, por
ejemplo, fui a una fiesta (lo que aquí llaman un “housewarming party”, una
fiesta de inauguración de una casa) invitada por unos amigos franceses en la
que resultó que teníamos amigos en común con dos grupos diferentes de otros países
y profesiones que no tienen nada que ver con ellos. Por esto y otras
casualidades me he dado cuenta de que el estar lejos no asegura el anonimato.
Por poner un ejemplo, al principio me sentía más libre al escribir el blog,
puesto que la gente sobre la que escribía no sabía de su existencia, pero ahora
un buen número de mis amigos de aquí leen lo que escribo. Por un lado casi
mejor, porque así el objetivo de perder la vergüenza al escribir se cumple pero
por otro siento que quizás esté dejando de lado algunos aspectos de mi
experiencia, quizás algún día pueda relatar “las historias no contadas de Ciudad
Esmeralda” o lo más seguro es que vayan integradas en mi futura novela y así
nadie sepa qué parte es ficción y qué parte sucedió de verdad.
Respecto a las novedades de la ciudad,
como ya os comenté la primavera es un no parar de eventos y posibilidades. El
fin de semana pasado fue el festival del helado. Tengo que decir que me
decepcionó un poco, pues eran tres camiones de helado que vendían conos a
cuatro dólares y unos cuantos puestos en un callejón. Por la cola que había, me
atrevo a decir que podíamos haber tardado como una hora en conseguir comprar algo…
lo que sí pudimos es probar sabores raros (probar de una cucharita pequeña),
como Earl Grey o limón con jengibre. Total, que Galadriel y yo acabamos en mi
casa comiéndonos un helado que tenía yo en el congelador, a grandes males...
Este fin de semana ha empezado el
Northwest Folklife Festival (podéis cotillearlo aquí) que es una feria de
muestras de diferentes países (bailes, artesanía comida…). Esta mañana he visto
un espectáculo de baile y música tailandesa que me ha encantado. Era la
historia de una princesa pájaro que se enamoraba de un príncipe humano, y ya se
sabe cómo son estas cosas, cuando dos personas son así de diferentes, a veces
tienen que enfrentarse a las pruebas de los dioses o cosas así para poder estar
juntos.
Aquí podéis ver un fragmento del primer baile de las pajarillas
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Antes de despedirme, os hago saber que
tengo algo entre manos que compartiré en unos días, así que estad atentos.
Mucho ánimo con la semana, Soletes. Gracias por seguir conmigo.
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