Día 3 de diciembre
Cuando por fin me quedé sola casi se me saltan las
lágrimas, no me lo podía creer… me resultó casi ridículo que el motivo fuese
algo material, aunque después de todo lo que he pasado, creo que es normal.
Tres días antes…
Tuve serias dudas acerca de titular este post “Miedo y asco
en Seattle” pero no quise crear expectativas equivocadas a aquellos que hayan
visto la película... ¿por qué miedo?, ¿por qué asco? Todo forma parte del
maravilloso mundo de encontrar un piso (limpio, seguro y asequible) y mudarse.
Estamos en Norteamérica, en la cuarta ciudad más rica de Estado Unidos, además
ya he vivido en Canadá, existe internet, tengo personas que me aconsejan, hablo inglés, me he planificado con tiempo…
debería ser fácil ¿no? No. Creo que en el refranero popular debería existir la
expresión “esto es más difícil que encontrar piso en Seattle”.
Mientras escribo esto no sé si dentro de 3 días tendré que
dormir en un colchón hinchable muerta de frío porque no he podido dar de alta
la electricidad. No os mareo más: empecemos por el principio.
Julio
Hace un par de semanas que me enteré de que me concedieron
la beca. Me he unido a un grupo de españoles que hay en Facebook, parecen muy
majos y me están orientando bastante. Una chica me ha hablado de un piso que me
pilla justo al lado del trabajo ¡Genial! Otra chica me ha comentado que una
amiga suya de aquí quiere compartir, lo guardaré como plan B. De momento no le
diré nada para no marearla.
Agosto
Ahora resulta que hay dos personas más interesadas en el
piso. Me dicen que comparta habitación con otra chica… no, no, no. Ya no
tenemos 20 años. Necesito mi intimidad, poder hacer Skypes a horas intempestivas si me apetece, cabrearme con el mundo
y llorar o dormir en ropa interior. ¿Y si tengo invitados? Uf, qué va. Les diré
que o comparten ellos o que me busco otra cosa.
Empiezan a llorarme para que me espere, que si no estoy yo
no lo pueden pagar, que busquemos una solución… Ok, yo me espero.
Septiembre
Tras el silencio de los “interesados” decido escribirle a
la casera. Me dice que ya han firmado ellos el contrato hace una semana… Vale,
gracias por avisar. Muy considerados.
Tras cotillear el perfil de mi “plan B” y descubrir que no
es una psicópata y que había estado de vacaciones en mi ciudad natal (otra
casualidad), decido escribirle para descubrir que nuestro querido Facebook
manda los mensajes de personas desconocidas a una bandeja de entrada que se
llama “otros”. Total, que la pobre me había escrito en julio y al no recibir
respuesta había alquilado el piso a otra persona.
Octubre
Llega la vorágine de las páginas web: craiglist, apartments.com,
etc. En ellas encuentro precios insultantes y comentarios de usuarios que dan
verdadero miedo. Tengo una compi de trabajo a la que llamaremos “Laura”, ella
me orientó bastante y me quitó las ganas de mudarme a los pocos sitios que me
parecía que estaban bien de precio.
Llegan las decenas de emails sin respuesta. Llega el
agobio. Aprendo sobre los “bed bugs”
o chinches, sobre los problemas del moho, de los edificios antiguos pintados con
plomo, de los indigentes. Veo comentarios sobre vecinos que sacan a sus perros
a hacer sus cosas AL PASILLO, o que se drogan, o que roban ropa interior de la
lavandería… veo caseros que sólo quieren timar a los inquilinos. Y decido
respirar, decido recordar que es muy fácil acudir a internet para quejarse y
que la realidad no suele ser tan fea.
Aunque a veces la realidad supera la ficción (fuente)
Última semana en España
No me puedo creer que aún no tenga piso. ¿Cómo puede ser que
un piso cuyo alquiler cuesta el doble de lo que pago ahora se caiga a pedazos?
Me comentan que Amazon ha ampliado sus oficinas y ha traído a nosecuantosmil
trabajadores a Seattle, supongo que eso ha provocado una escasez de
alojamiento. Si lo unimos a los sueldazos medios de los ingenieros (tenemos Boeing, Microsoft, Amazon, Intel…) y médicos (hay como cuatro
hospitales enormes), la ley de oferta y demanda es la que me hace la faena.
Mi compañero de piso temporal (un buen amigo que me ha
acogido en su casa las últimas semanas) está harto de mí. No sé cómo no hemos
acabado de los pelos. Creo que le he contado cada cosa que tenía que hacer como
cinco veces. Desesperada, intento coger habitación en un hotel que alquila por
meses. Me dicen que eso era antes, que ya no lo hacen. Me recomiendan otro en
la quinta puñeta. Les escribo. Me dicen que sólo tienen habitación desde el día
5. Agarrada a un clavo ardiendo, la cojo.
Reservo un hostal para la primera semana. Me clavan 500
euros por una habitación individual (recordemos que me mudo con todas mis cosas,
ordenador incluido), con baño compartido, eso sí. Cuando leo bien los
comentarios tengo que cancelar la reserva: hay chinches, robos y es una zona
peligrosa. No puedo más.
Acabo registrándome en Airbnb
y pillando una habitación en un sitio cercano al trabajo. Es caro pero al menos
es seguro y limpio.
Primera semana en Seattle
Tras la historia de Tom (véase el segundo post aquí) llego a la casa. Es
monísima y me siento muy a gusto. Aunque está un poco sucia, todo sea dicho, es
un sitio acogedor para empezar con buen pie en una ciudad tan fría.
Primer mes
Me mudo al hotel. Por primera vez en mi vida, la habitación está mejor que en las fotos. Tiene su propia cocinita y se puede ver el Space Needle desde la ventana. El hotel está un poco lejos y huele a marihuana, pero me encanta.
Eso sí: las sirenas de
los bomberos y los coches pasando sobre el pavimento mojado se escuchan durante
toda la noche y la luz consigue pasar por las persianas venecianas. Hoy he
entendido a Holly, de Desayuno con diamantes, he comprendido el por qué del
antifaz y los tapones. En una ciudad ruidosa y sin persianas resulta necesario
para poder descansar bien.
Así me vi, aunque sin tanto glamour (fuente)
Voy a IKEA con Laura, tras haber mirado lo que quería por
internet, y decido todo lo que voy a comprar. Lo encargaré online cuando encuentre piso porque IKEA está a más de media hora y
no la quiero hacer ir de nuevo. Hay un sofá cama genial, quiero ese sin duda.
3 de noviembre
Por fin me responden a los emails en un sitio cerca del
trabajo. El edificio tiene muy buena pinta y son muy amables.
4 de noviembre
Voy a verlo y me entra un poco de agobio. Tengo tres
opciones: meterme en un piso por 1500 dólares al mes qué tiene una moqueta
cutre y bichos en la cocina, o bien en un piso reformado de una habitación, que
es carísimo, o en un estudio reformado que está nuevo y limpio pero es como la
tercera parte de mi anterior piso y vale el triple.
No puedo con el asco que me dieron esos bichillos saliendo
y entrando del fregadero de un piso supuestamente limpio, no puedo con esa
moqueta llena de manchas y a saber qué más, no puedo pagar 2300 dólares al mes.
Así que les digo que no a los de mi edificio perfecto.
Al día siguiente, un estudio renovado ha bajado espectacularmente
de precio (350 dólares menos), qué casualidad. Les digo que me interesa.
Comienza un proceso de: tráeme dos cheques de no sé qué, firma esto, te vamos a
mirar los antecedentes, tenemos que ver si tienes el crédito necesario (el “qualifying process” da para otro post),
mi jefa estaba de vacaciones, se me ha roto el ordenador, no he visto tu email,
ha sido Acción de Gracias…
18 de noviembre
Me han confirmado que está todo bien. Mis puntos de crédito
son suficientes y se supone que acaban la obra el 22. Quedo a la espera de que
me manden la información para arreglarlo todo y mudarme el día 1. Qué bien, así
tengo 5 días para montar los muebles.
23 de noviembre
Decido ir en persona a ver el piso con la excusa de tomar
medidas para los muebles. No me hace gracia que no me lo hayan enseñado todavía
y que no me hayan mandado los papeles. Cuando vamos a entrar, la cerradura se
mueve. No me puedo creer que se hayan equivocado y hayan alquilado el mismo
piso a dos personas.
No, no era eso, era un muchacho haciendo obras. Las obras
que deberían haber acabado el día anterior tenían mi cuarto de baño con sólo la
bañera (sin lavabo ni WC) y un montón de tablas y cables por el suelo del salón.
Aún así, me encanta. Quedo a la espera de que me confirmen cuándo acaba la obra
y me manden los papeles del piso para poder dar de alta la luz y demás.
24 de noviembre
Resulta que de la lista de 62 cosas que tenía para comprar en
IKEA, la única que no está en almacén es el sofá cama, es decir, lo único
verdaderamente esencial. Según las previsiones volverían a tener en algún
momento de la siguiente semana, si no me veo durmiendo en el suelo.
Miré las opciones para que me lo trajeran todo por internet
resulta que lo traen de Baltimore y se encarga otra empresa, te dan una fecha
estimada pero no es seguro, depende de la compañía que lo envía, puede tardar
hasta tres semanas... no puedo arriesgarme. He decidido mirar todos los días a
ver si hay cambios en el stock e ir
con Laura la semana que viene cuando esté. Si veo que se retrasa me compraré un
colchón inflable y lo usaré los primeros días. Espero no morirme de frío...
25 de noviembre
Sin noticias del piso ni del sofá. A riesgo de pasarme de
referencias frikis, he de decir que esto empieza a recordarme a la película de
Asterix y las 12 pruebas, concretamente a “La casa que enloquece”. Si tenéis unos
minutos y queréis saber de qué hablo os recomiendo este vídeo:
30 de noviembre
Esto es el infierno. El sábado me dijo el de la
inmobiliaria que a lo mejor no acababan la obra del piso a tiempo, que hoy por
la mañana me llamaba sin falta. No lo ha hecho. Lo he llamado y no estaba.
He mirado en IKEA y de los 195 sofás que debería haber no
queda ninguno. Se supone que mañana hay 8... como para fiarse. Además, sin
saber qué día entro al piso tampoco le veo mucho sentido porque no sé qué día
lo podría tener.
Genial, ahora recibo un email del agente diciendo que le ha preguntado
a la jefa pero todavía no le ha dicho si el piso está disponible o no, que
cuando lo sepa me lo dice.
Intento consolarme pensando que luego nunca es para tanto
que, sea como fuere, en una semana
estará todo arreglado y que a malas podría quedarme en el sofá de mi compañera.
Pero la realidad es que tengo la espalda como una piedra de la tensión y la
sensación de ser ineficiente y estar dando palos de ciego y mareando a la gente, ya de paso.
2PM
Me han dicho que me puedo mudar el miércoles, ¡menos mal!
Ahora a ver si me manda el email con las condiciones.
1 de diciembre
Se suponía que hoy debería haber firmado el contrato. Pero
no. Son las 11 de la mañana y a estas alturas aún no tengo el email del de la
agencia inmobiliaria explicándome lo que tengo que hacer, así que no puedo dar
de alta la luz, ni ir al banco a por los cheques.
2PM
Al final mañana tampoco firmaré. He tenido que llamar yo al
“bonito” a ver qué pasaba... Es que lo sabía. Me ha dicho que los de la obra le
han mentido, que si podía esperar al jueves o si no buscaba una solución y me
llamaba antes de las 6. Le he dicho que vale, que el jueves (total, no voy a
tener los muebles antes y así pago un día menos). Espero no quedarme mañana
esperando también.
6PM
No me ha mandado el email. A esperar que de verdad me lo
mande mañana por la mañana. No voy a decirle nada. Si por la tarde no me lo ha
mandado me planto directamente allí… ya está bien de excusas y mareos.
Me visualizo a mi misma el domingo, despertándome orgullosa
de haber montado un sofá cama tan cómodo, amaneciendo envuelta en el edredón
calentito que he comprado. Me imagino mirando por la ventana mientras me tomo
un té con la satisfacción del deber cumplido. Esa imagen me reconforta: por muy
mal que vaya todo, pronto se habrá solucionado.
Esta seré yo el domingo (fuente)
2 de diciembre
Resulta que uno de nuestros asistentes de investigación se
acaba de comprar el mismo sofá (¿será él quien se llevó el último? Calma, estás
empezando a ponerte paranoica...).
11AM
Me llaman diciendo que el piso está listo y lo están
limpiando. A las 11.30 recibo el famoso email con los datos. Con un número de
apartamento diferente. Con un precio mensual 200 dólares más caro de lo que me
dijeron.
Tengo que hacer el seguro del piso y dar de alta la luz
antes de mañana o no me dan las llaves. También tengo que ir al banco a
encargar los cheques pero para todo ello tengo que asegurarme de que el número
de apartamento es el correcto y de que las cantidades también lo son.
1.30PM
Me contacta otro agente inmobiliario porque el mío no
estará mañana (¿me tendrá miedo?). Me manda a una web donde aparece todo
correcto excepto un “pequeño” detalle: no aparecen los 100 dólares que pagué para reservar el piso.
4.30PM
Vale, las cosas están así: al final tenia razón y tengo que
pagar 100 dólares menos. No llego a preguntar y me la cuelan.
Son las 5.30 y voy en el bus a ver si me da tiempo de ir a
lo de los cheques, que cierran a las 6. Tengo que pasar por el hotel antes para
coger el dinero que tengo que ingresar porque de lo contrario no tendré
suficiente en la cuenta ¡Agobio!
Ah, he llamado a los de la luz y como no tengo cuenta con
ellos y soy de fuera, tengo que ir mañana a una oficina a enseñarles algún
documento de identificación. Aún así, no me han asegurado que me puedan dar de alta.
Qué pesadilla, de verdad... esto sí que es como lo de Asterix.
Día 3 de diciembre
Esperemos que el p******* sofá esté en IKEA. Si no, me
pienso encadenar al de la exposición y dormir allí hasta que me lleven el mío.
Llegamos pronto, no hay apenas tráfico. Un chico muy amable me confirma que
está en stock y que pueden encargarse de comprar por mí toda la lista de
internet, que mañana lo tengo todo en casa por sólo 99 dólares (por recogerlo y
enviarlo). Le pregunto dos veces, no me creo que sea tan fácil… pero sí.
Mientras esperamos, un hombre le pregunta por el mismo modelo de sofá, parece
que es uno de los productos estrella de la temporada.
Volvemos a Seattle, mi pobre compañera se va directa a casa
para no pillar el atasco de vuelta (cuando esté un poco más centrada tengo que
pensar cómo intentar devolverle todo lo que está haciendo por mí). Paso por
debajo de los puentes de la interestatal 5, a la altura de Cherry Street (la
calle del Cerezo, como en Mary Poppins), donde acampan los indigentes, y guardo
el móvil en el bolsillo por si acaso.
Os puedo asegurar que la de aquí no es tan bonita (fuente)
Consigo encontrar la compañía de la luz y la empleada casi
me lee el pensamiento, casi sin tener que explicar lo que quiero me voy de allí
con la luz a mi nombre ¿de verdad es tan fácil?. Sí.
Como faltan más de dos horas para mi cita de la mudanza y
estoy en la calle, pregunto si puedo ir antes y me dicen que sí. Resulta que el
agente inmobiliario que me atiende habla español y es muy majo (a estas alturas
empiezo a creer que quien sea que mueve los hilos, programa Matrix, o lo que
quiera que sea, se ha dado cuenta de que se ha pasado un poco últimamente y me
quiere compensar). Amor a primera vista cuando veo el piso, no el agente
inmobiliario, es mejor de lo que hubiese esperado. Revisamos el piso y está
todo perfecto a excepción de un par de detalles, hasta me han dejado un regalo
de bienvenida. Ah, y una de las ventanas tiene vistas al Puguet Sound, con lo importante que es para mí poder ver el mar o alguna
masa de agua.
Cuando por fin me quedé sola, casi se me saltan las
lágrimas, no me lo podía creer… me resultó casi ridículo que el motivo fuese
algo material, aunque después de todo lo que he pasado, creo que es normal. De
repente me hizo mucha ilusión tener un sitio para mí. He vivido sola casi la
totalidad de los últimos 5 años pero esto es diferente. Es un piso renovado, un
lienzo en blanco en la gran ciudad para decorar con mis vivencias y mis
posesiones.
Ahora todo encaja, todo está en su lugar, siento esa calma
eufórica que se experimenta cuando por fin consigues colocar la última pieza de
ese puzzle que tanto trabajo te ha costado componer. Ese pequeño acto de
contemplar cómo los bordes sinuosos quedan arropados entre sus compañeras sirve
como lacre y sello de la tarea actual, permitiéndote respirar hondo y
prepararte para alzar los ojos fuera del tablero, para descubrir lo que el
resto del mundo tiene que ofrecerte. Una vez más creo que Maslow tenía razón:
si nos quitan lo básico (el sustento, el techo, etc) no tenemos ojos para
tareas más “elevadas”.
Esto es un intento de ilustrar la fricada que acabo de soltar
(fuente)
Llego al hotel y recibo un email de IKEA con el título de
“importante”. Lo abro y dice que uno de los productos solicitados no estaba en stock. Micro infarto. ¿A que el hombre
de esta mañana se lo ha llevado? Leo la palabra en sueco y tardo un rato en
enterarme de lo que era: la cubertería, menos mal.
La verdad es que ha habido momentos de incertidumbre,
frustración y algo de agobio en el proceso, pero saber que finalizaría en algún
momento y que sería con éxito me hacía dormir más tranquila por las noches.
Además, vaya post más aburrido si hubiese sido un camino de rosas, ¿no? En
momentos como este pienso que podemos llorar con un ojo, por muy mal que haya
ido, como decía el bueno Igor en El jovencito Frankenstein: “podría ser peor,
podría llover”. Cosa que, por cierto, es bastante plausible en Seattle.
Mientras hago la maleta y cocino por última vez
en la plancha del hotel, voy cogiendo fuerzas para este fin de semana en el
que, posiblemente, una llave Allen se convierta en mi mejor aliada.
FIN
Eh, espera… ¿y el piso? Lo siento pero aún no os
puedo enseñar nada de nada, prefiero documentar el proceso y enseñaros más
adelante cómo juego a “las casitas”. Además, tras un mes en mi nuevo trabajo
creo que puedo hablaros con conocimiento de causa de lo que se cuece en la
planta 14. Si no os lo queréis perder, ya sabéis que podéis suscribiros
poniendo vuestro email abajo o seguir las novedades por Facebook.
Os mando mil besos desde mi nuevo piso al otro
lado del arcoíris
PD: ha quedado larguísimo, y eso que he quitado
cosas para ceñirme al tema “piso”. Espero no haberos aburrido, si tenéis
comentarios os agradeceré que me los dejéis por aquí o por Facebook. Mil
gracias :)
Me ha encantado, es más se me a hecho corto. Estoy deseando ver el piso, pero sobre todo el "DIVINO SOFÁ". Un besazo enorme muuuuuackkk
ResponderEliminarMe alegro :) Pues el proceso de documentación ha comenzado, cuando esté listo os enseño todos los detalles. Un besazo ;)
Eliminarohhh, me ha hecho hasta gracia recordar esos momentos de agobio... has hecho tantas cosas desde entonces que parece que hubiera pasado más tiempo! Creo que esa sensación de "puzzle acabado" que tan bien describes bien merece todos los quebraderos de cabeza. Ánimo, un ultimo tirón y podrás decir eso de hogar, dulce hogar ;)
ResponderEliminarMuchas gracias por los animos, un besazo :)
EliminarJOlinnn!! Mil aventuras para llegar donde llegaste! Me encantó todo el relato y por momentos estube ahi contigo! Enjoy the rainbow!:) mil besitossssssssssss
ResponderEliminarGracias, preciosa! Intentare traeros por estas tierras con mis relatos. Un besito
EliminarEste comentario ha sido eliminado por el autor.
ResponderEliminarMe ha encantado! Casi lágrimas de alivio, de sentirse por fin a salvo, de conseguir algo tras muchos dolores. Eres una valiente como hay pocas. Me tienes admirada 👏
ResponderEliminarMuchas gracias! Si, lagrimas casi de alegria. Mi valentia se debe en gran parte a vuestro apoyo. Mua!
EliminarIntenso relato, Dorothy, emocionante. Deseando seguir tus pasos y ver las fotos, pleeeease!! :) Pi.
ResponderEliminar¡Muchas gracias! En el post de esta semana las puedes ver ;)
EliminarIntenso relato, Dorothy, emocionante. Deseando seguir tus pasos y ver las fotos, pleeeease!! :) Pi.
ResponderEliminarPodrías hacer una exposición fotográfica titulada "Moquetas".
ResponderEliminarHmm... me apunto la idea ;)
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