En Ciudad
Esmeralda no nieva en Navidad casi ningún año. Lo que muy probablemente caerá
del cielo es agua. Por eso, en lugar de una “white Christmas” (blanca navidad) creo que aquí tiene más sentido
llamarla “wet Christmas” (navidad mojada).
En el post de esta semana relato cómo han sido mis primeras navidades lejos de
casa, cómo se vive la fiesta en el norte de la Costa Oeste de EEUU.
20 de noviembre
Se han pasado. ¿Cómo
puede ser que aún no hayan celebrado Acción de Gracias y ya estén poniendo
villancicos en el supermercado? Me he puesto de mal humor, no sé por qué, anda
que no habré escuchado veces a Mariah Carey cantar “All I want for Christmas is you”… creo que no ha sido por la canción,
quizás es porque me he hecho consciente de que por mucho que mi mejor regalo de
Navidad hubiese sido estar con los míos, eso es justo lo que no podré tener.
Esto estaba ya así
en noviembre
9 de diciembre
Me da un poco de
pena pensar en las navidades. Me imagino el momento de ir a buscar, entre todos,
los regalos para la familia y me da sentimiento saber que yo no estaré involucrada
en ese proceso. También me imagino los preparativos de la comida, a todos
poniéndose guapos, cómo es el momento de abrir los regalos o de estar todos
juntos. Supongo que, como siempre, cuando llegue la hora de la verdad no será
para tanto. Estaré distraída y no será tan duro.
Aquí empiezan pronto con las decoraciones también
18 de diciembre
Hoy ha sido la fiesta de navidad para los
residentes de mi comunidad. Uno de los agentes inmobiliarios me ha abrazado al
llegar. Había champán, picoteo, vecinos con jerséis de renos (sí: los jerséis
feos navideños existen, no son un mito) y he visto un par de abuelillas bajar
encorvadas, envueltas en una bata, recolectar un poco de comida en un plato y
marcharse silenciosamente (algo fácil cuando vas en zapatillas). Una de ellas
llevaba un peluche bastante grande. Los vecinos no parecían muy abiertos a interactuar
con personas que no conocieran, he terminado hablando y jugando al billar con
una pareja de la India que me ha invitado a ir a su boda allí. Ha sido todo un
poco raro.
Carteles navideños de los dueños de la comunidad
19 de diciembre
Hoy estoy algo melancólica: es el
concierto de Navidad de la Universidad de mi ciudad y no voy a poder ver mi
hermana cantando. Ayer fue el amigo invisible entre los compañeros de mi
antiguo trabajo y no pude estar presente. Se acerca la Navidad, me da pena
saber que la voy a pasar sola pero no sé si será casi peor para los que se
quedan en casa, para mí todo es nuevo, para ellos el contexto no cambia y se
dan cuenta de que les falta algo: yo. En fin, que el “wet Christmas” puede que no sea sólo por la lluvia, sino también
por mis ojos. A ver cómo llevo estar separada de la familia en “la época más
maravillosa del año”, en especial porque desde que vivo fuera (5 años ya) las
navidades eran para mí sinónimo de estar junto a los míos.
Uno de los impresionantes escaparates que decoran el centro
21 de diciembre
Las galletas tipo turrón siguen
apareciendo por los pasillos de la oficina. Y yo que pensaba que al no estar en
casa no iba a ser una lucha el controlarse para no acabar con unos cuantos
kilos como regalo de Reyes... Pascueros, pegatinas que simulan ser copos de
nieve y hasta luces de Navidad decoran los puestos de trabajo. Hoy me he
encontrado a una chica con un gorro de Santa Claus y calcetines de elfo en la
sala de descanso.
También se lleva eso de poner árboles enormes en la calle
23 de diciembre
Hoy es uno de esos días en los que
resulta fácil. Resulta extremadamente fácil el ejercicio de dar las gracias por
3 cosas antes de irse a dormir. De hecho me sale de forma automática, sin
querer. Un muñeco de nieve me sonríe desde mi mini árbol de Navidad, el primero
que tengo en mi vida, y pienso en lo linda que fue Laura al regalármelo. Tuvo
el detalle cuando apenas nos conocíamos, me lo regaló a modo de “housewarming present” una costumbre que
tienen aquí de reglarte algo para poner en casa cuando te mudas.
Estos son los susodichos
De las cálidas luces que proyectan sus
pequeñas bombillas, mi vista pasa a asomarse por la ventana. Me quedo perdida
en la noche, observando cómo los rascacielos me hacen guiños desde sus
ventanas. Se repite entonces una sensación que experimentaba a veces en mi anterior
ciudad: me asomaba al balcón, me quedaba escuchando los ruidos del barrio por
un momento y me hacía consciente de que todo eso (la libertad de tener un piso,
el poder ser independiente) lo había conseguido con mi esfuerzo. Era una sensación
de saber que mis pasos me habían llevado a ese bienestar. Y mi mente entonces
no puede dejar de ser consciente de que no ha sido sólo gracias a mí. Pienso en
mis compañeros, en mis profesores, jefes, amigos, en mi familia… todos piezas
únicas e increíbles del diseño de lo que soy hoy. Ahora es mi oído el que toma
el control de mis pensamientos y da las gracias al destino por haberme
presentado a Patrick Watson.
De nuevo me sorprendo al descubrir que
estoy ilusionada por vivir el día de mañana y pasado: Nochebuena y Navidad. En
un país donde no hace ni dos meses no tenía conocidos, tengo dos planes
geniales. Mañana voy a cenar a casa de Carmen, una chica del grupo de españoles
con la que he conectado muy bien, así también conoceré a más gente. Pretendía
ir en autobús hasta su casa (en la quinta puñeta hacia la derecha), con este
tiempo, con el transporte público funcionando regular, cargada con cosas para
la cena… pero no me parecía bien que viniera la pobre a por mi, así que no le
dije nada. Al final se ha ofrecido ella a recogerme, así que nada: otra vez en
plan señorita.
Para rematar, el día de Navidad mi jefe
me ha invitado a su casa. Me da un poco de vergüenza porque va a ser una cena
íntima familiar pero con lo cálidos que son no me cabe duda de que será genial.
Laura iba a ir (y yo en su coche, estos viven cinco puñetas más lejos que Carmen,
no se puede ir en autobús) pero le surgió otro plan, así que me recogen
también.
Aquí es cuando me paro y me pregunto: ¿y
esto? De verdad, a veces nos quejamos de las personas, a veces hay momentos en
los que no me puedo creer que sea tan “pupas de la vida” pero otras…
simplemente no puedo creer que tenga tanta suerte, que haya tantas personas a
mi alrededor que se porten así de bien conmigo.
Aquí los edificios guiñadores
Aquí los edificios guiñadores
Me encanta que sepas disfrutar de cada momento, en cualquier circunstancia, eres una crack!
ResponderEliminar:*
EliminarLa vida simplemente te está compensando :*
ResponderEliminar