Hola Soletes,
Esta semana os vuelvo a traer un
post de los largos, de los profundos. La verdad es que he estado un poco pocha
estos días pues he vivido otra de esas experiencias que supone haber decidido
ir a cumplir tus sueños lejos de casa: perderte momentos importantes de la vida
de los que dejas allí. En este caso una graduación de final de carrera.
Todo aquí me lo está recordando.
En la Universidad de Washington la promoción de 2016 se graduó el pasado fin de
semana. Llenaron nada más y nada menos que un estadio entero, pues aquí se gradúan
todas las carreras a la vez. En los institutos empezaron la semana pasada, la
primera vez que vi a un grupo de graduados pensé que había un concierto de
góspel o algo (iban con túnicas blancas y no llevaban gorros) pero después vi a
más compañeros y caí en la cuenta de que se trataba de una graduación. Como me
produjo curiosidad, quise saber más del tema y comprobar si las cosas que nos
vende Hollywood al respecto son verdad o no.
Para salir de dudas, hablé sobre
el tema con una compañera de trabajo, a la que llamaremos Ashley, con la que he
quedado un par de veces para tomar algo después del trabajo (o hacer un
“after-work”, como dicen por aquí), es una chica muy dulce y muy amable, me
transmite paz, no sé por qué, la cuestión es que estuvo en Granada hace unos
años y sabe español, por lo que está encantada de poder hacer esta especie de
intercambio de idiomas de vez en cuando. Me estuvo contando cómo fue la
graduación de su hermana la semana anterior, que había terminado medicina
también (qué casualidad) y me sorprendieron varias cosas. Por lo visto aquí la
tradición es irte con tu familia tras la ceremonia y hacer una cena, nada de
celebrarlo con la clase: los bailes que se ven en las películas son para
celebrar la mayoría de edad o el final del curso, nada que ver con la
graduación.
Sí que hay cosas parecidas a
España: en la ceremonia habla algún alumno, algún orador da la conferencia de
clausura, los llaman a todos por su nombre y les colocan algo. Pero aquí
empiezan las diferencias: todos llevan puesta una túnica, y en lugar de una
beca o banda les colocan una especie de capucha (hood) que cae hacia atrás. Así como en España las becas son del
color que representa a la carrera (amarillo para medicina, morado para
psicología, etc) en Estados Unidos hay una parte de la capucha (velvet) que sigue el mismo patrón pero
hay otras dos que no: el “lining”
tendrá los colores de tu escuela primaria y el “chevron” los de la secundaria, es decir, que tu capucha será
diferente de la de tus compañeros.
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Aquí os pongo un ejemplo (fuente) |
Además de eso, sí que es cierto
que llevan el birrete que aparece en las películas y que lo tiran al aire. No
obstante, Ashley me comentó que algunas tradiciones varían según el lugar o el
tipo de graduación, en la de su hermana, por ejemplo, no hicieron lo de tirar
el gorro porque era muy formal y a la hora de subir al escenario, su hermana lo
hizo acompañada de su padre y de su novio, en lugar de sola.
Me llama la atención cómo esta
celebración tiene un cariz mucho más familiar aquí que en España, donde muchas
veces hay un aforo máximo y, por tanto, tienes que decidir qué familiar asiste,
y lo común es que la clase se vaya a celebrarlo con los compañeros después. En
fin, otro aprendizaje más sobre esta cultura.
13 de junio
Me está dando mucha pena. No puedo
evitarlo, no dejo de pensar que en tres días se gradúa mi hermana y yo no voy a
estar allí para verlo. Ya sé que será un rato, sé que son muchos alumnos y
puede que la viese de lejos, que luego se irá a celebrarlo con sus compañeros
de clase y la familia no asiste a esa parte. Sé que tengo mil cosas que hacer
aquí, que estoy a 8000 km y que los vuelos son carísimos en estas fechas… todo
eso lo sé, y aun así me encuentro volviendo a mirar por si hubiera algún vuelo
barato de última hora y con buen horario para ir a darle la sorpresa. Y no lo
hay.
Hace ya tres años me perdí la
graduación de Bachillerato de mi otra hermana… estaba solo a 800 km pero el
mismo día y a la misma hora daba una ponencia en un congreso de cuyo comité
organizador también formaba parte. En ese momento me jure a mí misma que no me
volvería a perder algo así pero está visto que hay promesas que no se pueden
cumplir. Y duele. Es cierto que he estado al tanto del proceso de elección de
vestido y demás parafernalia, y que podré verlo todo en video cuando vuelva
pero no es lo mismo, siento que no habré estado con ella en un día que era
importante, uno de esos que recordará toda su vida.
Tenía que organizarme bien con el
tema de los viajes, pues en algún momento antes de finales de octubre debía ir
a España a renovar el visado (por un error administrativo me lo dieron de un año
en lugar de dos) y parecía que junio era demasiado pronto… por lo que una
opción era haber ido a la graduación y volver a finales de octubre. Lo malo de
esa opción es que perdería también dos momentos importantes: mi 30 cumpleaños y
las navidades. Volviendo en agosto puedo renovar visado en septiembre y volver
en diciembre para despedir el año en España. Así que eso es lo que decidí:
dejar a mi hermana sin mi compañía a cambio de cambiar de década con los míos y
no dejarles otras navidades sin mi presencia… En aquel momento me pareció lo
mejor (y más teniendo en cuenta lo importantes que son para mí los cumpleaños y
lo mal que se pasa cuando estás lejos), pero ahora me planteo si no habré sido
egoísta en realidad. En fin, la decisión está tomada y no hay vuelta atrás, una
vez más en eso consiste madurar: apechugar con la decisión de haberse ido lejos
y todo lo que ello implica.
14 de junio
Hoy ha sido un día agridulce.
Amargo porque no he rendido apenas en el trabajo, estaba muy dispersa y me
costaba un gran esfuerzo centrarme, a pesar de mi música y mis infusiones, que
suelen actuar como un catalizador de mi concentración.
Dulce porque he descubierto una
heladería impresionante cerca de casa. He probado el helado de caramelo salado
con fudge de chocolate caliente… No
tengo palabras. Dulce también porque he descubierto rincones mágicos de mi barrio
(más todavía), me he perdido y me ha encantado perderme y descubrir un local de
recreativos ochenteros, una tienda de artesanía preciosa y algo de arte urbano.
Hoy me ha hecho ilusión recordar que estas serán mis calles durante un año y cinco
meses más.
Y otra vez se ha vuelto amargo
cuando he recordado que estoy lejos, ajena, perdiéndome cosas. Respira… No se
puede tener todo, por más que queramos, no hay tiempo para todo. Claro que
podemos organizarnos, claro que la distancia física no es nada gracias a la
tecnología y a las buenas relaciones, que aguantan los más prolongados
silencios pero a veces es un “mucho”, los abrazos digitales no están todavía
inventados. Quizás sea esto lo que sienten los padres que no pueden estar con
sus hijos todo lo que les gustaría porque han decidido que, además de padres,
quieren ser más cosas en la vida, y eso requiere pasar tiempo fuera de casa. Si
yo me siento así con mis hermanas o mi ahijada, cuando veo cómo crece y todo lo
que me estoy perdiendo, se me pone la carne de gallina sólo de pensar en cómo
se tienen que sentir ellos. En fin. Entre culpa y pena voy a intentar recordar
lo bueno de hoy, a ver si añadiendo un poco de música a la mezcla consigo que
el dulce del caramelo le gane al amargo del chocolate.
15 de junio
Hoy he estado distraída. Lo he
dado todo en el trabajo y luego he descubierto un restaurante coreano que no
está nada mal (he probado el famoso kimchi por fin ), así que tampoco es un balance
negativo. He hablado un poco con mi hermana por Whatsapp por la mañana y me he
sentido mejor, de alguna manera sigo consiguiendo estar sin estar, o al menos
eso creo. Tampoco quería decirle nada de cómo me siento para no empañarle el
día, sé que es muy sensible y no quiero ser la sombra que penda sobre su cabeza
mañana. Así que a tragar saliva y sonreír con la voz en las notas de audio, si
una nochevieja por Skype no estuvo tan mal, creo que sobreviviremos a esto. De
alguna manera este post se convierte en mi confesión, siempre soy sincera con
los míos respecto a cómo me siento, y quiero que siga siendo así… aunque en
esta ocasión creo que había que aplazar “el momento de la verdad”.
Me siento un poco rara, pensando
que esto lo leerán más de 60 personas y que a lo mejor os importa más bien poco
pero creo que no todo pueden ser paisajes y festivales, también hay momentos en
los que esta experiencia se vuelve cruda, y desde esa crudeza os escribo. Es
como lo siento, es lo que hay, y creo que sólo siendo fiel a mi esencia puedo hacer
que el conjunto se convierta en algo de calidad.
16 de junio
12.00 (9 de la noche, hora
española)
Se estará graduando ahora mismo.
Me la imagino guapísima, sentada entre sus amigos, quizás de la mano intentando
contener las lágrimas mientras uno de sus compañeros pronuncia el discurso. Me
la imagino elegante, subiendo al escenario flotando dentro de su vestido rojo,
las miradas cómplices, la emoción, los abrazos de después…
Solo es un día, sí, solo es un
rito, sí. Pero es importante. He tropezado con esta piedra dos veces y tengo
claro que no lo volveré a hacer una tercera… y menos si con ello puedo nublar
el gran día de alguien. Está claro que hoy no soy importante pero en estos días
tiendes a hacer balance, haces recuento y, por tanto, notas más lo que te falta
(en este caso, yo) y lo echas de menos. Mi único consuelo es uno de los motivos
por los que decidí no ir: utilizar el dinero de mi vuelo para pagarle uno a
ella. De esa forma podrá tener un merecido premio y descanso cuando se examine
del MIR, de esa forma conocerá más mundo, de esa forma podremos compartir un
tiempo que, de haber ido yo, no habríamos tenido tampoco.
14.00
Por fin he podido hablar con ella.
Parecía contenta y emocionada, seguro que ahora se lo pasa genial con sus
compañeros. Qué curiosa es la vida, justo hoy he recibido un email que anuncia
que (de una forma un poco extraña) tendré una especie de graduación americana…
estad atentos que ya os contaré. Parece que voy a tener cosas muy interesantes
que contaros estas semanas, así que podéis seguir votando vuestros temas
preferidos en este enlace y ya los retomaré a la vuelta de…
bueno, la semana que viene os doy los detalles, que si no me va a quedar esto
muy largo. Mil besos.
---------
Este post, por supuesto, va
dedicado a mi hermana: estoy muy orgullosa de ti, por lo que se ve y por lo que
no. Por el esfuerzo, la dedicación, por superar todo lo que has superado (desde
aquellas uvas en el hospital hasta los malos ratos estando en otro país), por
crecerte en la adversidad, por superarte a ti misma y conquistar a todo el que
te conoce de verdad, por seguir siendo tú a pesar de los pesares, por no perder
tu niña interior y seguir queriendo salir a jugar con la mía. Por todo eso y
por lo que las palabras no pueden escribir: te quiero. Te guardo un abrazo
especial para cuando pueda, por fin, volver a tenerte conmigo.
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