Hola Soletes,
Esta semana
también he ido hasta arriba de trabajo, entre otras cosas porque estoy
preparando un par de viajecillos de los que próximamente tendréis noticias, así
que me temo que el post de hoy tampoco será muy largo, aunque sí bonito.
Algunos respondisteis
a la encuesta que lancé para ver sobre qué temas os apetecía que hablase pero
tampoco habéis sido muchos así que voy a dejarla abierta una semana más. Podéis contestar aquí ¡Animaos!
Mi idea es haceros
caso y escribir sobre los elementos más votados de la lista a lo largo de las
semanas, eso sí, cuando surja algo interesante dejaré esa lista a un lado para
hablaros de esa experiencia concreta. Uno de los temas que os ha gustado es: “Naturaleza:
ve a sitios y haz fotos”, así que hoy os traigo un poco de eso. Galadriel me ha
invitado a su casa, pues hacían una barbacoa para despedir a un compañero de
piso que se iba. Como era por la tarde, hemos aprovechado que hacía buen día
para ir primero a Green Lake a hacer un picnic.
Green Lake es uno
de los muchos parques de Seattle. Para variar es precioso: con un montón de
árboles, bancos, césped, un lago enoooorme con patos en el que se puede nadar o
ir en barca y un circuito para correr, caminar, patinar o ir en bicicleta. Soy
muy mala calculando distancias, pero yo diría que como mínimo serán unos 10km si
se quiere dar la vuelta al lago. Como hacía bueno, también abundaban los
buenorros sin camiseta corriendo, paseando al perro, jugando al frisbee o
haciendo equilibrios. Y, por su puesto, ya que no pueden llevar sus adorados
termos de café ardiendo, ahora muchos de los Seattleites caminaban con enormes
vasos de granizados varios de Starbucks en la mano. Supongo que tanta lluvia en
invierno merece la pena cuando la primavera te regala estampas como estas, aquí
os dejo un par:
Esta parece que está pintada al óleo... |
Tras comer y
pasear un rato, hemos caminado de vuelta a casa de Galadriel para empezar con
los preparativos de la barbacoa. Muy sanas nosotras, hemos preparado estas
brochetas:
Me he comido un
par pero debo confesar que he sucumbido a porquerías auténticamente americanas
también: una hamburguesa de chorizo (picante, vaya, pero que le llaman “chorizo
hamburguer”), media mazorca de maíz genéticamente modificado (aunque creo que
lo decían de broma) con mantequilla vegana y tres galletas (una era la típica
cookie americana chiclosa y otras eran “red velvet”, galletas de un sospechoso
color rojo).
Ha sido una tarde
divertida, he conocido a sus compañeros de piso y a más amigos suyos. Es
curioso cómo te acostumbras a estar en reuniones donde sólo conoces a una o dos
personas, a entablar conversaciones con completos desconocidos y sentirte
totalmente a gusto. Me ha hecho mucha gracia observar a algunos americanos
hablando de las diferencias en su país (las distintas personalidades que
predominan en las dos costas, por ejemplo) y observar que es cierto eso que me
habían comentado de que existe cierto “pique” entre el estado de Washington y
el de Oregón: lo típico que ocurre también en España con ciudades vecinas, así
que como tantas otras veces desde que llegué, la conclusión es la misma: en
todas partes cuecen habas. En menos de dos semanas estaré volando hacia la otra
costa, así que pronto podré deciros si estoy de acuerdo con esos tópicos o no.
Hasta entonces, a currar que es lo que toca… por suerte o por desgracia, no
todo puede ser fiesta.
Antes de
despedirme, os dejo con una foto del coche de los dueños de la casa, un Chrysler
de los 60 (creo). Me ha encantado:
Gracias por seguir
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