domingo, 12 de junio de 2016

29. Barbacoa en Green Lake

Hola Soletes,

Esta semana también he ido hasta arriba de trabajo, entre otras cosas porque estoy preparando un par de viajecillos de los que próximamente tendréis noticias, así que me temo que el post de hoy tampoco será muy largo, aunque sí bonito.

Algunos respondisteis a la encuesta que lancé para ver sobre qué temas os apetecía que hablase pero tampoco habéis sido muchos así que voy a dejarla abierta una semana más. Podéis contestar aquí ¡Animaos! 


Mi idea es haceros caso y escribir sobre los elementos más votados de la lista a lo largo de las semanas, eso sí, cuando surja algo interesante dejaré esa lista a un lado para hablaros de esa experiencia concreta. Uno de los temas que os ha gustado es: “Naturaleza: ve a sitios y haz fotos”, así que hoy os traigo un poco de eso. Galadriel me ha invitado a su casa, pues hacían una barbacoa para despedir a un compañero de piso que se iba. Como era por la tarde, hemos aprovechado que hacía buen día para ir primero a Green Lake a hacer un picnic.
















Green Lake es uno de los muchos parques de Seattle. Para variar es precioso: con un montón de árboles, bancos, césped, un lago enoooorme con patos en el que se puede nadar o ir en barca y un circuito para correr, caminar, patinar o ir en bicicleta. Soy muy mala calculando distancias, pero yo diría que como mínimo serán unos 10km si se quiere dar la vuelta al lago. Como hacía bueno, también abundaban los buenorros sin camiseta corriendo, paseando al perro, jugando al frisbee o haciendo equilibrios. Y, por su puesto, ya que no pueden llevar sus adorados termos de café ardiendo, ahora muchos de los Seattleites caminaban con enormes vasos de granizados varios de Starbucks en la mano. Supongo que tanta lluvia en invierno merece la pena cuando la primavera te regala estampas como estas, aquí os dejo un par:



Esta parece que está pintada al óleo...
Tras comer y pasear un rato, hemos caminado de vuelta a casa de Galadriel para empezar con los preparativos de la barbacoa. Muy sanas nosotras, hemos preparado estas brochetas:


Me he comido un par pero debo confesar que he sucumbido a porquerías auténticamente americanas también: una hamburguesa de chorizo (picante, vaya, pero que le llaman “chorizo hamburguer”), media mazorca de maíz genéticamente modificado (aunque creo que lo decían de broma) con mantequilla vegana y tres galletas (una era la típica cookie americana chiclosa y otras eran “red velvet”, galletas de un sospechoso color rojo).

Ha sido una tarde divertida, he conocido a sus compañeros de piso y a más amigos suyos. Es curioso cómo te acostumbras a estar en reuniones donde sólo conoces a una o dos personas, a entablar conversaciones con completos desconocidos y sentirte totalmente a gusto. Me ha hecho mucha gracia observar a algunos americanos hablando de las diferencias en su país (las distintas personalidades que predominan en las dos costas, por ejemplo) y observar que es cierto eso que me habían comentado de que existe cierto “pique” entre el estado de Washington y el de Oregón: lo típico que ocurre también en España con ciudades vecinas, así que como tantas otras veces desde que llegué, la conclusión es la misma: en todas partes cuecen habas. En menos de dos semanas estaré volando hacia la otra costa, así que pronto podré deciros si estoy de acuerdo con esos tópicos o no. Hasta entonces, a currar que es lo que toca… por suerte o por desgracia, no todo puede ser fiesta.

Antes de despedirme, os dejo con una foto del coche de los dueños de la casa, un Chrysler de los 60 (creo). Me ha encantado:


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