domingo, 31 de enero de 2016

12. Norte, sur, este y oeste: primera parte

Si algo bueno te pasa, viaja para celebrar.
Si algo malo te pasa, viaja para olvidar.
Si no te pasa nada, viaja para que te pase algo.
               Dicho popular

29 de enero de 2016
Tres meses aquí… han volado como un suspiro, apenas puedo creer que, el 28 de octubre, con la cara hinchada de haber llorado el día anterior y cargada de maletas, estuviera esperando helada, observando cómo el vaho que salía de mi boca se hacía visible con el frío de la madrugada en la parada de Sant Simó. Allí esperé, preguntándome qué sería de mí, a que llegase aquel autobús que supondría el inicio de todo.

Tres meses, y han pasado tantas cosas en este tiempo… Vivo en Seattle. Ahora puedo decir que vivo (y trabajo, y hago la compra, y pago el alquiler…) aquí. He conocido a decenas de personas, probado comidas diferentes, vivido situaciones curiosas, conocido mejor cómo funcionan sus normas, celebrado algunas de sus tradiciones y sufrido su clima. Pero aún me queda mucho por ver, mucho por experimentar y por conocer. Y pienso compartirlo a medida que lo vaya haciendo, Soletes, podéis contar con ello.

Durante este tiempo también me he cansado un poco de hablaros de mí. A ver, en mi cabeza sólo estoy yo (de momento, a no ser que me dé un aire y la termine de perder del todo), así que sólo puedo hablaros de mi punto de vista, de cómo es Seattle a través de mis ojos. La cuestión es que a veces me preocupa ofrecer una visión sesgada (cosa inevitable, lo sé, es mi opinión y mi percepción del mundo) que distorsione ante vuestros ojos lo que significa vivir fuera, dejar un país e irse a probar suerte a otro muy diferente.

A estas alturas os estaréis preguntando a qué viene este rollo, quiénes son los colaboradores y qué era eso de las estrellitas rojas del mapa. Pues bien, la respuesta a esas preguntas ha sido mi forma de resolver “el problema” que estaba planteando: ¿qué mejor manera de ampliar las experiencias vividas que contar con otros puntos de vista?

La idea empezó a tomar forma cuando descubrí que “El hospital de niños” era otro mundo totalmente diferente (creo que en un par de semanas os hablaré de ello)… me planteé que si mi puesto de trabajo hubiese estado allí, mi visión de “cómo son las cosas en Seattle” hubiese sido diametralmente opuesta. Cuando empecé a colaborar con ellos tuve una conversación con otra investigadora postdoctoral que había llegado el mes anterior desde Inglaterra. Me contó una anécdota acerca de que no la habían entendido al hacer un pedido en Starbucks mientras se quejaba del tiempo, comentando que “definitivamente podría mejorar”. Un momento: ¿Los americanos no habían entendido a una nativa inglesa?, ¿A alguien acostumbrado al clima de un pueblo cercano a Londres le parecía que en Seattle el tiempo era malo? Casi pude oír cómo mis ideas preconcebidas, acerca de que si a veces no me entendían es porque mi inglés es muy malo o que el tiempo me parece horrible porque soy del sur, se hacían añicos en mi cabeza. Hmmm. Creo que sería muy interesante conocer de primera mano la experiencia de otras personas que se han ido con “lo puesto” a vivir lejos de la comodidad del hogar.

Y aquí entró en acción mi mente científica (o mi deformación profesional, como queráis verlo) y trazó un plan de acción. A ver, para que los resultados sean representativos necesitaré: personas que acaben de llegar a su nuevo país, personas que lleven un tiempo viviendo en él, personas que se hayan ido solas, otras que vayan con alguien, algunas jóvenes, otras de más edad, hombres y mujeres, que tengan diferentes profesiones, que se hayan mudado por diferentes motivos y que estén en varios lugares del mundo. Bueno, y que entiendan español, les apetezca compartir con nosotros su experiencia y tengan tiempo para hacerlo ¿Fácil no? Pues sorprendentemente: sí. Gracias a internet y a que tengo unos amigos y familiares muy aventureros (y la mar de apañados), en un par de semanas he conseguido detalles bastante jugosos. Han participado doce personas, entre 22 y 77 años, con profesiones que van desde ingeniero hasta monja, entre ellos hay recién llegados, personas que llevan meses fuera de casa y personas que llevan años. Respecto a los países, como supongo que ya habréis adivinado, las estrellas rojas representan las localizaciones donde se encuentra cada uno de ellos, en diferentes ciudades de nada menos que nueve países distintos.


¿Os apetece daros una vuelta por el globo cogidos de su mano? ¡Vamos allá!

Nota para los entrevistados: Lo primero, quiero pediros disculpas si he deformado vuestra visión o si he omitido algo que os parecía importante… ¡no cabía todo! Es la primera vez que “juego a ser periodista”, espero que sepáis perdonarme. Dicho esto: mil gracias por participar, espero que os guste el resultado, lo he escrito con todo mi cariño.

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Viviendo en Stuttgart, Alemania: Irene y Marian (@mirincondorado)

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El viaje comienza en Alemania, país al que muchos se plantean ir a buscar trabajo. Conoceremos las tierras teutonas de la mano de estas dos chicas, de treinta años, que llevan en Stuttgart tres años y siete meses, respectivamente. Estas dos valientes dejaron su ciudad natal por amor (aclaración: aunque me consta que se quieren mucho, no la dejaron por amarse entre ellas, cada una tiene su respectiva pareja). Ambas coinciden en señalar la buena organización y el pragmatismo de los alemanes como la característica que más les ha llamado la atención, tanto por su aspecto positivo (la buena marcha de muchos servicios) como por el negativo (el poco lugar que queda para la espontaneidad y la improvisación).

Lo que menos les gusta es el clima y lo “cerrado” del carácter de los lugareños. Marian señala la naturaleza y el respeto que sienten por ella como lo mejor, mientras que para Irene el aspecto más positivo son las oportunidades, los derechos y las condiciones laborales. Marian señala que quizás lo más difícil sea hacer amigos e Irene destaca el idioma como la mayor dificultad que encontró. La familia, la comida (definen la dieta alemana como “salchichívora”, tenía que ponerlo, me ha encantado el término…) y el sol, son los aspectos que más echan de menos.

Una anécdota…
“Un día tenía que relevar a una compañera de trabajo a una hora concreta, llegué 2 ó 3 minutos tarde porque me entretuvieron unos clientes y cuando llegué, muy apurada yo, vi que junto a mi compañera estaba uno de los jefes. Para quitarle hierro al asunto les dije "que no cunda el pánico, ya estoy aquí" el jefe me miró muy sorprendido y me dijo en tono serio "aquí nadie ha entrado en pánico ¿por qué dices eso?" tuve que explicarle que era una broma, que ya sabía que por un par de minutos tarde no iba a cundir el pánico. Se ve que se avergonzó de no haberlo pillado a la primera y soltó la risa mas falsa que he escuchado en mi vida. Desde entonces no se me ocurre intentar hacerle ningún chiste, broma o ironía.”
Irene

Un consejo para alguien que vaya a mudarse a tu país o ciudad…
“Para los que vienen a la aventura a buscar trabajo: eso de llegar con un B2 de inglés y encontrar trabajo de ingeniero en un mes es un mito. Mucha gente ha escuchado de el hijo de fulanita que encontró un puestazo sin saber alemán y se piensan que con saber inglés basta y eso es un gran NO. El hijo de fulanita es la excepción, no la regla. Esto es Alemania y se trabaja en alemán. Mi recomendación es venir con el alemán aprendido de casa. También se puede aprender aquí, pero tienes que estar dispuesto a no trabajar durante algunos meses o trabajar en algún puesto de baja cualificación mientras aprendes el idioma.”
Irene

“Lo más importante: deja hueco en tu maleta para un poquito de jamón serrano, queso y aceite del nuestro, eso es esencial. Bromas aparte: hay que ser optimista, y tener muy claro lo que quieres hacer, hay días buenos... y hay otros en los que te replanteas toda tu vida, y a veces eso es duro, pero después es muy gratificante saber que eres capaz de superarte día a día, quizás en tu zona de confort jamás llegues a conocer esa faceta tuya, y eso a mí me ha sorprendido, por ahora gratamente.

Estar en otro país, más cerca o más lejos de tu ciudad de origen, te hace darte cuenta de lo verdaderamente importante, valoras más las pequeñas cosas como un simple abrazo, que tu madre te sonría y te diga; "todo va a salir bien" cosas que yo afortunadamente siempre he tenido pero hasta ahora no había sabido valorar del todo… hay que aprovechar el tiempo (que no corre, vuela) exprimirlo a tope, aprender de todas las experiencias e intentar sacar todo lo bueno de ellas, porque al fin y al cabo, todos queremos vivir de la mejor manera posible y ser felices...”
Marian

Viviendo en Londres, Inglaterra: Fran

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Nuestra primera escala tiene lugar en Inglaterra, concretamente en su ciudad más emblemática, destino preferido de quienes buscan perfeccionar su inglés, probar suerte como artista o trabajar de Au pair.

Fran, de 31, lleva cuatro meses en Londres como credit controller. Se mudó allí para cambiar de aires y lo que más le llama la atención son los edificios de oficinas del centro. Lo que encuentra más negativo es el tiempo que lleva ir de un sitio a otro, tener que planear de antemano las actividades para no perder el día. Lo que más le gusta de Londres es su inmensidad y la gran variedad de actividades que se pueden realizar. Lo que más echa de menos es el clima y lo más difícil para él es hacer amigos que no sean españoles.

Una anécdota…
“Dado que tenía especial interés en la parte cultural de Londres, decidí unirme a un grupo, el cuál actualmente administro, donde se organizan quedadas. Resulta que a la primera a la que fui, me había vestido de forma friki informal pero, antes de salir, revisé cuanta gente iba al evento: todo tías. Así que mandé a la mierda la ropa friki, me puse una camisa y me llevé las lentillas. Resulta que al final mereció la pena ya que acabamos saliendo de fiesta.”

Un consejo para alguien que vaya a mudarse a tu país o ciudad…
“Atente a tus expectativas y aptitudes. ¿Quieres trabajar de camarero/au pair/otro trabajo sin cualificación? ok, este es tu sitio, pero antes de nada ahorra, mucho, tráete al menos 3000€.

¿Buscas un trabajo "de lo que has estudiado"? ok, pues más te vale tener un inglés fluido o acabarás trabajando de lo anterior. "Es que tengo un amigo que tal", si, estupendo, UNO, de los mil que vienen aquí y se estrellan con la dura realidad.”


Viviendo en Hemel Hempstead: Sosó

Sin cambiar de país, sin ir ni si quiera muy lejos, nos vamos esta vez a un pueblo ¿Cambiarán mucho las percepciones al tratarse de un sitio más pequeño? Sosó, de 25, que llegó a Hemel con su pareja hace ya dos años buscando trabajo, nos da su opinión. Ambos lo encontraron: trabajan en la sección de “quality control” en una empresa se mensajería. A Sosó le sorprendió cómo se valora el esfuerzo en el trabajo y lo bien organizado que está todo. Para ella lo más duro es el frío y lo más agradable estar viviendo una nueva experiencia. Echa de menos a su familia y el sol y lo que le resulta más difícil es estar lejos de su tierra.

Una anécdota…
“En el trabajo a mi pareja en vez de no contratarle por llevar cresta le han ascendido y cada semana le preguntan de qué color se la va a pintar la próxima vez.”

Un consejo para alguien que vaya a mudarse a tu país o ciudad…
“Traer muchas ganas de currar y humildad para trabajar de cualquier cosa con tal de salir adelante, aquí todos hemos empezado limpiando baños o cocinas.”


Viviendo en Gotemburgo, Suecia: Ana

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Nos vamos ahora al norte, a tierras escandinavas, para conocer a esta psicóloga de 30 años que se mudó a Gotemburgo hace cuatro por amor. Lo más impactante para ella fue descubrir que allí las ventanas no se cierran “Todo queda abierto al que tenga un poquito de curiosidad. Tu privacidad está abierta a todos, tus datos personales, donde vives, ratio de sueldo, si tienes antecedentes penales, TODO)”. También le sorprendió ver lo avanzados que están respecto a la igualdad entre sexos y en las prestaciones sociales: ver a los hombres paseando a sus bebés (la baja por maternidad son 18 meses, de los cuales son obligatorios tres meses para el padre, el resto pueden repartirlo como quieran, normalmente comparten a medias; pueden repartir el tiempo como quieran hasta que el niño cumpla siete años). También destaca la forma de ser de los suecos “el machismo no existe, los suecos pueden pasar por fríos, pero si consigues traspasar la línea, son personas mucho más sinceras y muy muy detallistas de corazón”.

Lo que menos le gusta a Ana es la burocracia: “Aquí no hay forma de que pases sin un documento. Los suecos no te confrontan (no cubres requisitos para tener el NIE, personnummer y no te dicen cómo hacer para arreglarlo) por lo que no hay manera de saber qué necesitas a la hora de hacer un trámite. Es una sociedad individualista, "tu problema lo arreglas tú, toda la información está en la web", por supuesto en Sueco, apegados a miles de leyes que sin un máster en derecho laboral, jurídico y asistencial, para ti como extranjero, es imposible descifrar.”

Lo que más le gusta son las tradiciones paganas como por ejemplo: la llegada de la luz (Santa Lucia, 13 de diciembre), el solsticio de verano (midsommar, 21 de junio), la fiesta del cangrejo (kräftskiva, durante el mes de agosto), y la celebración de que el invierno ha terminado y por fin empieza la primavera (Valborg, 30 de abril).

Lo que más echa de menos es ir a tomar un café o de tapas, el sol (de hecho, lo que peor lleva es la falta de luz en invierno, recordemos que está muy al norte) y a sus amigos y familiares.

Un consejo para alguien que vaya a mudarse a tu país o ciudad…
“Olvídate de los clichés y cambia el chip cuanto antes. El sol hace mucho, ¡pero aquí también se hace mucho sin sol!”


Viviendo en Wollerau, Suiza: Minnie

Bajando un poquito de latitud (aunque sin subir de temperatura) nos trasladamos a Suiza, donde llegó, hace apenas dos semanas, Minnie, una profesora de 24 años que buscaba un cambio de aires. Para ella, lo más chocante ha sido observar que la mayoría de las personas llevan gorro cuando están en la calle, sin obviar a los niños, y que prácticamente todo el mudo tiene un iPhone. También le sorprende gratamente “el valor de la honestidad y de hacer lo correcto de forma natural. A la hora de pagar la compra, tickets, etc. Es uno de los países donde más fácil sería hacer trampas”. El contrapunto lo pone el nivel de vida, pues los precios medios son el triple de los españoles.

Con su descripción del paisaje como elemento preferido, nos hace desear ir a visitarla “La nieve, el paisaje con las montañas al fondo, los tejados nevados y el lago en medio. Definitivamente me tiene enamorada el paisaje.” Lo que quizás es más difícil para ella es aprender un idioma que no ha estudiado pero comenta que allí están acostumbrados a hablar inglés, lo cuál es un alivio. De España echa de menos la naturalidad y la facilidad para entablar una conversación.

Una anécdota…
“Esta pequeña anécdota surge cuando decido comprar unas botas de snowboard en una web de 2ª mano. (muy interesante por cierto, pues tienes que pujar por ellas y hasta el último momento no sabes si serán tuyas o no!) Después de varios días de "tensión" (la verdad es q no tuve mucha rivalidad) las conseguí, serían mías. Ya sólo tenía que pagarlas y me las enviarían.

Aquí venía una de las partes más complicadas de dicho "trueque".  Teniendo en cuenta que fue imposible hacer una transferencia con cambio de divisa (el banco español me cobraba un 60% de comisiones), me quedaba la opción de buscar la manera de ingresar el dinero en una cuenta, cosa que me fue imposible pues, en el pueblo donde vivo, no estaba el banco que necesitaba.

Después de varios correos, decidí escribirle por SMS al chico (sí, aquí no se lleva el WhatsApp, siguen con los SMS o, más bien dicho, Imessage) comentándole el problema y explicándole que sería más fácil para mi ir a por ellas.

Mi sorpresa fue que me respondió que no estaría en casa, que las dejaría en el buzón y que dejase en dinero dentro ¡en un sobre! Sí, habéis leído bien, así, sin más. Confiaría en mi palabra y en la del resto pues, cuando llegué, la caja de las botas sobresalía bastante del buzón y ahí estaban, al alcance de cualquiera.
Las cogí y justo cuando dejaba el dinero me encontré a la chica, que encima me dijo que le pagase algo menos de lo que debía (para redondear).
Detalles, desgraciadamente sorprendentes cuando deberían ser lo normal...”

Un consejo para alguien que vaya a mudarse a tu país o ciudad…
“¡Que se traiga ropa de abrigo! Y que venga con una mentalidad abierta con respecto los precios. No compares, solo vive :)”


Viviendo en Innsbruck, Austria: María del Mar

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Cerquita, cerquita, en Austria, nos espera María del Mar. Ella es auxiliar de conversación de español, tiene 22 años y se mudó a Innsbruck hace cuatro meses por trabajo. Lo más sorprendente para ella es “lo agradable que es la gente y la tranquilidad y el "buen rollo" con que lo hacen todo. Viví 10 meses en Alemania, donde la gente en general me pareció mucho más seria, intransigente, seca (por ejemplo, en los comercios, oficinas) en el trato directo con las personas. Aquí son, en general, muy agradables y se toman la vida con más calma. También me sorprenden las enormes diferencias, en clima y costumbres.” Lo que menos le gusta son los precios, los horarios restringidos de los comercios y la escasez de vegetales frescos.

Parece que está contenta con su decisión pues comenta que “Me encanta estar en un sitio tan diferente. Estoy acostumbrada a vivir enfrente del mar y ahora estoy rodeada de montañas, como una pared. Pensaba que me iba a producir claustrofobia pero me encanta: me hace sentir protegida y que tengo la oportunidad en cualquier momento (bueno, cuando el tiempo mejore y no haya riesgo de avalanchas...) de ponerme las botas y echarme al monte. Me gusta que esté tan en medio de Europa, es genial para viajar. Me encanta vivir en un sitio tan diferente, con el clima, las comidas, las costumbres,... y empaparme de todo, es muy enriquecedor. Y escuchar siempre alemán y poder hablarlo y mejorarlo.”

Una vez más, el clima y la comida se revelan como los elementos más añorados. Sin olvidar a los seres queridos (personas y gatos, en este caso).

Una anécdota…
“Es una anécdota un poco fea, pero muy reciente e importante en el plano cultural. Me pasó este fin de semana en Viena: fuimos un grupo de 30 personas a cenar a un restaurante y al pagar la cuenta, lo hicimos por grupitos. Cuatro de nosotros pagamos la cuenta juntos (unos 50 euros), y sobraban unos 80 céntimos que quisimos dejar de propina. El camarero nos los devolvió, insistimos en que se los quedara y nos los volvió a devolver, diciendo, con cara de enfado "No, por favor, no me ofendan". En Austria las propinas son normalmente muy grandes, no dejarlas es una mala señal para ellos, pero también es malo si dejas poco: lo normal es dar en torno al 10-15%, si les quieres dejar menos.. ¡se lo toman como una ofensa y no te la cogen!”

Un consejo para alguien que vaya a mudarse a tu país o ciudad…
“Consejo para Innsbruck: que ahorren dinero antes de venir... y si es posible, aprendan a esquiar para poder aprovechar en condiciones todas las posibilidades. Que se compren mucha ropa de abrigo y a ser posible no vengan solos (las largas tardes de invierno en casa se pasan mejor en compañía). Que abran mucho los ojos y prueben todo lo nuevo, vayan a todos los lugares posibles y seguro que se enamorarán de esta ciudad.

Vivir en el extranjero durante un tiempo debería ser una experiencia obligatoria, especialmente para los jóvenes. Es de lo más enriquecedor: te hace conocerte a ti mismo, fortalecerte, adquirir muchísima cultura, te abre la mente, y te permite ser la persona que quieras, siempre podrás empezar de cero en el sitio al que vayas. Te ayuda a apreciar lo que siempre has tenido y a darte cuenta de que el mundo es enorme y puedes ser lo que quieras y donde quieras. ¡Se lo recomiendo a todo el mundo! Empezando por el Erasmus y aprovechando todas las becas posibles.”


Viviendo en Barcelona, España: Cat

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No quería que despidiésemos Europa sin pasar por aquí ¿por qué? Pues bueno, como ya tenemos multitud de puntos de vista de estos intrépidos “españoles por el mundo” pensé que sería interesante saber cómo nos ven los de fuera. ¿Qué echarán de menos en un lugar con tan buen clima y una comida tan rica?, ¿Qué resultará difícil conviviendo con personas abiertas y de costumbres relajadas?

La respuesta nos la trae Cat, una chica portuguesa de 34 años que vino a España hace más de ocho para realizar sus estudios de doctorado. Lo que más le gusta de Barcelona es “la creatividad de los espacios y de la gente, la diversidad de personas, la posibilidad de desarrollar aspectos personales fácilmente (hay talleres de todo), la facilidad para acceder a eventos culturales”.

Por el contrario, lo que percibe como más negativo es “la falta de conductas de ayuda en situaciones evidentes (por ejemplo: persona en el suelo y gente que pasa al lado sin hacer nada), los robos, los carteristas, el agua sucia en las sandalias en una noche de verano después de que BCneta limpie las calles”.

Lo que más echa de menos es “la familia, los amigos… ¡con los años cada vez siento más saudades! Echo de menos las charlas y risas familiares y el poder acompañar cada uno en su día a día… Echo en falta muchas cosas gastronómicas: el café, el pan y tostadas de pan casero... los pasteles… ¡y las sopas! La facilidad en encontrar una sopa a un euro y un buen café a 80 céntimos.” Lo más difícil para ella es no poder estar presente en los momentos importantes y en el día a día de  su familia y amigos.

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Yyyy, ¡tiempo! El tiempo es el culpable de que lo deje aquí. Hoy me he centrado en Europa, con sus habitantes compartiendo experiencias de lo más diversas, como habéis podido comprobar. Para mi grata sorpresa, han sido muchos los amigos que han respondido a mi llamada y han querido compartir con nosotros sus vivencias, así que no me parecía de recibo “meter la tijera”, tergiversar sus declaraciones y encima privaros de historias tan apasionantes y enriquecedoras. Como tampoco quería entrar en el Libro Guinness con el “premio al post más largo del mundo”, sé que no tenéis tanto tiempo para leerme y a mí no me dan las horas para escribir, he decidido dividir el post en dos. Nos vemos la semana que viene con la segunda parte, en ella viajaremos hasta Australia, Argentina, diversos puntos de Estados Unidos y puede que hasta alguna incorporación de última hora.

¿Qué?, ¿Esperabais otra cosa?, ¿Os ha gustado el post?, ¿Sois unos Soletes viajeros y queréis compartir alguna historia increíble que el mundo debería conocer? Animaos y dejad un comentario debajo o en la página de Facebook .


Mil besos internacionales, os escribo pronto.

PD: os recuerdo que podéis acceder a todos los post anteriores consultando el índice del blog.

domingo, 24 de enero de 2016

11. ¿Quién vive ahí?


18 de enero
Parece magia. Las pequeñas luces blancas van formando una fila alrededor de los muebles, iluminando los huecos de la mesa y la estantería de una forma casi teatral. En cierto modo me recuerdan a las candilejas, esas velas que iluminaban los teatros antiguos desde la parte de abajo del escenario. Quizás sea porque el suelo es de madera y parece uno, en cualquier caso, me hace sentir a gusto, me invita a vivir experiencias interesantes este “escenario” que he creado en mi pequeño apartamento. Como dicen un par de canciones: “que venga la magia”. Estoy preparada.

Lo que parece casi alquimia es que hace menos de dos meses el apartamento consistiese en un hueco rectangular, todo pintado de gris, con unas cuantas cajas de cartón gigantes amontonadas en el centro. Quizás por eso me gustan tanto las manualidades, quizás por eso he aprendido a tejer. Me fascina el poder transformador que puede tener un poco de tiempo y creatividad. Cómo un espacio desangelado,  frío e inhóspito puede llegar a convertirse en un lugar para atreverse a soñar. Sé que es algo efímero, pues no creo que esté aquí más de dos años, pero merece la pena. Como dice un proverbio hindú que a veces me recuerda mi madre: "sólo poseemos aquello que podríamos salvar de un naufragio" y creo que ahí reside uno de los aspectos más agridulces de la vida: la belleza de lo efímero. Lo que creemos que tendremos ahí para siempre parece carecer de interés y se nos olvida que no poseemos nada, que no sabemos lo que va a pasar mañana y que es mejor disfrutar del presente. Por eso, aunque ya habéis ido siguiendo mis andanzas por la tierra de Oz, hoy quiero centrarme en mi guarida, mi nido, mi cubil, mi palacio.

5 de diciembre de 2015
Después de pasar la primera semana en un apartamento de Airbnb y el siguiente mes en un hotel, conseguí encontrar un apartamento habitable, que me admitieran como inquilina, dar de alta la luz, comprar los muebles, en fin, todo lo que ya relaté en los post 4 y 5. Una vez me entregaron las llaves y miré a mi alrededor fui consciente: había tomado la decisión de pasar los próximos dos años en un piso cuyo tamaño era la tercera parte del de mi anterior vivienda, no tenía habitaciones y costaba el triple.


Con vosotros, el lienzo en blanco (en marrón y gris, más bien)

Bueno, a ver qué podemos hacer con esto… la verdad es que el cuarto de baño está muy bien, sobre todo comparado con las cosas que he visto por ahí.


Aquí el protagonista de la fuga de agua de la primera noche

Anda, sí que era grande el armario… no me extraña que los niños tengan pesadillas con los monstruos que pueden esconderse ahí ¡Cabe una familia entera!


O uno muy grande

¡Genial! Ya están aquí los muebles. Estaba un poco preocupada por cómo abrirles la puerta a los de IKEA (aún no manejo bien eso de abrirla utilizando el móvil), o porque algún mueble no cupiese en el ascensor, pero todo ha ido bien.


En este momento tuve dudas acerca de si tendría que salir yo del piso para que cupiesen todos una vez montados… la percepción del espacio nunca ha sido mi fuerte

Ahora sólo tengo que abrir las cajas y empezar a montarlo. A ver dónde están las tijeras… ¡Aquí! ¿En serio?, ¿Vienen atadas con una brida? Bueno, voy a buscar los cuchillos de cocina y la corto con uno. El envase no se abre, es de plástico del duro. ¿Y si uso un abre latas?


Problema resuelto

Tras un duro día de trabajo (con el incidente de la fuga de agua incluido) me fui a la cama envuelta en el caos, deseando haber comprado una colchoneta para dormir en el suelo al estilo japonés y optado por una decoración minimalista.


Con lo bonito que estaba el piso vacío…

A la mañana siguiente me tocó enfrentarme a unas mesas y una estantería yo sola (para el sofá cama conté con la ayuda de Laura, menos mal). La verdad es que fue un buen método para tener la mente ocupada mientras venían los de mantenimiento.


El combate fue duro pero gané (creo) al menos todavía sigue en pie

Un incidente añadido que no comenté en los anteriores post es que me encontré con unas cuantas sorpresitas que tardaron varias semanas en arreglarme, de aquella manera, a fuerza de insistir. Lo comento porque cada vez estoy menos de acuerdo con eso de “estas cosas sólo pasan en España”.


Esta era mi preciosa caja de fusibles a medio terminar


Y este el congelador de una de las neveras (tengo dos pequeñas) nuevas. Let it go, let it go…

Volvemos al 18 de enero
No os aburriré con el resto del proceso, sólo os diré que tras muchas horas de pensar qué hacía, y algunos viajes a IKEA y otras tiendas de cachivaches, este es el resultado (que probablemente acabaré cambiando):


El nido


La isla de la cocina


La cocina

El baño

El rincón de las candilejas

Ahora le toca el turno a los exteriores, por supuesto.

Vistas desde la terraza del edificio, planta 15


Decoración de la entrada. Porque eso de plantar flores está demasiado visto.

Además tengo acceso a un gimnasio, que no está nada mal, a una piscina, un jacuzzi y una zona común con sofás y mesa de billar que se puede reservar si la quieres en exclusiva para algún evento (os pongo aquí la página web de la inmobiliaria que gestiona los edificios, por si queréis cotillear todo lo que os cuento). También tienen varios servicios incluidos como: mantenimiento, recoger los paquetes que te lleguen, regarte las plantas si no vas a estar en casa, hay una cafetería de autoservicio, cada mes organizan eventos (noche de juegos, concurso de cocina, fiesta de navidad, etc) y hay hasta una red social del edificio. Creo que, después de todo, sí que tengo algunas ventajas con respecto a mi piso anterior, de hecho, no creo que pueda volver a permitirme vivir en un sitio con todas estas comodidades.

23 de enero, pasada la media noche
Miro a mi alrededor y tengo un poco de miedo. De alguna manera estoy consiguiendo hacer muchas de esas cosas que tantas veces me había propuesto pero que quedaron convertidas en simples “buenos propósitos”. Estoy consiguiendo ser constante, que no me coma el caos y el desorden, cuidarme… Me encanta esto. El apartamento es algo material pero de alguna forma refleja todos esos logros, todas esas metas y sueños que se van cumpliendo. Casi no me creo que sea yo, que esto me esté pasando a mí. Las cosas aquí son muy diferentes y, en ciertos aspectos, más difíciles. Ese tiempo que ahora dedico a crear o invierto en proyectos personales es tiempo que dejo de pasar con mi familia y mis amigos… si pudiera elegir, escogería una y mil veces estar con ellos y ser un poco más desastre. Pero no puedo elegir. Por eso intento sacar provecho de la situación y explorar los “hobbies de interior” que me ayudan a teñir de color estos días grises y recogidos. Mi miedo es que esto no sea real, que en algún momento me abandone a la dejadez o se me acaben las ideas, que esté en una especie de “luna de miel” con la ciudad y empiece a odiarla un día, de repente. Supongo que no será así: como ya habéis podido comprobar, no sólo veo cosas bonitas en mi experiencia y, por tanto, creo que estoy siendo realista. Supongo que entonces mi miedo puede ser como esa sensación que tenemos a veces cuando pensamos que nos va demasiado bien, que en algún lado debe estar el fallo. Pues no quiero, me rebelo, me quedo con el “lo consiguieron porque no sabían que era imposible”. Me va a ir bien y punto. Decidido. Y dicho esto, me voy a dormir.

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-       Knock, knock
¿Han llamado?
-       Knock, Knock
Sí, qué raro que peguen a la puerta tan tarde, a ver si ha pasado algo y algún vecino necesita ayuda...

Abro la puerta y me encuentro a un armario empotrado con pinta de sueco y a un chico negro con pinta de ir muy bebido. Me arrepiento de no tener una cadena o algo que me permita impedir que entren por la fuerza. Les pregunto qué quieren y empiezan a contarme un rollo sobre que habían dejado los zapatos en el rellano y alguien se los había robado (todo eso gritando). Les digo que bajen la voz, que es más de media noche y habrá gente durmiendo, que llevo un rato escuchando a varias personas gritando y riéndose… Me dicen que están intentando irse pero no pueden porque no tienen zapatos, que si he visto algo. ¿En serio? Voy vestida con una bata rosa de un conejo, estoy en zapatillas y con un moño ¿Tengo pinta de haber estado por ahí? Les digo que no he salido y les cierro la puerta en las narices. Ante mi sorpresa, oigo que siguen llamando a más puertas… no me extrañaría que algún otro de sus amigos sea el que le ha robado los zapatos para hacer la gracia, o tal vez algún vecino que ha decidido tomarse la justicia por su mano y vengarse por todo el escándalo, quién sabe.

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Perdonad la interrupción Soletes, estoy tan desconcertada como vosotros. Pues listo, ya os he contado cómo es ese rincón de Seattle que sólo yo veo y que, de alguna manera, se ha convertido en mi lugar seguro en esta gran Ciudad Esmeralda. No voy a deciros que es mi casa porque soy de las que piensa que su casa está donde está su corazón… y el mío está muy muy lejos de aquí.

Volveré la semana que viene con un post que, como os comenté, incluye la colaboración de varias personas. El post es… no sé ni cómo describirlo. Sólo puedo deciros que viaja… mira, no os voy a decir nada sobre el contenido pero sí os voy a revelar el nombre, su título es: “Norte, sur, este y oeste”.


¡Que tengáis una semana genial!