sábado, 19 de diciembre de 2015

6. Vértigo

Puede que algún día, por casualidad, uno de mis nietos encuentre mi blog por internet, si es que sigue existiendo, y me pregunte “¿abuelita, esta eras tú?”. Quizás algún día todo esto me parezca un sueño, quizás se torne un recuerdo borroso, el recuerdo de alguien que fui en otra vida, como aquellas artistas que miran con nostalgia las portadas que ocuparon décadas atrás.
 
Pero ahora toca vivir para luego poder recordar, toca dar ese salto de fe e ir haciendo equilibrios sobre la cuerda floja que se mece en el vacío. Toca hacerse gigante a pesar de sentirse pequeña. Sonreírle al espejo cuando la imagen que te devuelve tiene doble ojera. Agradecer, cuando sales a la calle, que la lluvia no es demasiado fuerte y tienes un abrigo impermeable.
 
Hoy voy a hablaros de mi trabajo aquí, no sobre lo que hago (si os interesa lo puedo contar más adelante) si no de cómo funcionan las cosas en el ámbito laboral que conozco: la investigación, la universidad, los hospitales. Así que poneos cómodos y preparaos para viajar a lo que una compañera de mi anterior trabajo llama el “pink research world” (el mundo rosa de la investigación).
 
 Os presento el edificio donde trabajo 

El departamento de la Universidad de Washington en el que trabajo está en la planta 14 de uno de los muchos hospitales que tiene Seattle. Para subir necesitas poner una acreditación en el ascensor. Cuando entras, lo primero que ves es una especie de “sala de espera para científicos”.
 
No creáis que van a poner el “Hola”, no no, The Lancet y similares
 
Si giras a la derecha puedes ver los despachos de los jefazos (con puerta y ventanales que dan al exterior) y una colmena de cubículos donde trabajamos el resto de los mortales.
 
Aquí vivo yo
 
Muchas veces hay chocolatinas o dulces en el pasillo, en uno de los muebles. Parece ser que por las fiestas, o porque la repostería es uno de los pasatiempos preferidos de los habitantes de la ciudad en esta época del año. Si seguimos avanzando, encontramos el cuarto de impresión, con material de oficina que puedes coger si lo necesitas. Debo confesar que nunca me he aventurado más allá, por lo que no sé quién vive al otro lado.
 
Si giramos a la izquierda salimos a un pasillo por el que se accede al Break Room o sala de descanso, una especie de cocina con neveras, microondas, tostadoras y un grifo de agua caliente, lista para el té.
 

Aunque la mayoría de personas come cualquier cosa delante del ordenador, me gusta venir aquí a hacer una pequeña pausa
 
Si continuamos por el pasillo, llegamos a una fuente y finalmente a un cuarto de baño muy bonito. Es de esos cuyas cisternas y grifos se activan solas. Hay hasta loción de manos al lado de los lavabos.
 
No se ve, pero por haber hay hasta un dispensador de compresas y tampones y un espejo de cuerpo entero
 
Aparte de eso, hay una sala de conferencias pequeña que se puede reservar para reuniones y una más grande con unas vistas impresionantes. Los viernes suelen hacer reuniones a medio día, por lo que no es extraño que por la tarde haya todo tipo de “sobras” en el Break Room para los que quieran degustarlas.
 

Aquí las vistas (estas son las fotos que no había podido conseguir la semana pasada)
 
¿Y las personas? Mi jefe es genial: los horarios son flexibles, puedo ir a España cuando quiera, participar en los proyectos que quiera (dentro de lo posible, en los que me interesen), puedo colaborar con otros grupos de investigación y podré hacer terapia con pacientes con discapacidades (en inglés, claro). Se me presentan un montón de retos por delante.
 
A Laura ya la conocéis, es la chica del cubículo de al lado, la que me ayudó con el tema de los muebles (y con mil cosas más). He tenido mucha suerte de que esté ella aquí, pues está siendo también mi Cicerone en el mundo laboral. También es doctora y es casi la “mami” del proyecto principal en el que voy a trabajar.
 
Luego tenemos a los coordinadores del proyecto: personas que se encargan de los aspectos éticos, administrativos, de recursos humanos, contratan al personal, envían los materiales, velan por la confidencialidad y demás.
 
Por último, y no menos importante, tenemos a los asistentes de investigación. Ellos se encargan de entrevistar a los participantes, concertar visitas, hacer el reclutamiento para el estudio, transcribir datos y otro sinfín de cosas. Tenemos uno muy apañado que por las mañanas nos saluda con un “buenos días, doctoras” en español. Me encanta.
 
Además de ellos dos hay varios catedráticos a los que no conozco, personas de otros departamentos y personal de administración. Me llama la atención la multiculturalidad que hay. También la integración de los diferentes perfiles profesionales para estos macro proyectos, viniendo de una universidad pequeña (pequeña pero matona, ojo, que somos muy competentes) en la que el “yo me lo guiso, yo me lo como” está a la orden del día, la verdad es que estas cosas me dejan con la boca abierta. No me extraña que lleguen a ser tan productivos, de hecho, es el segundo departamento de ciencias médicas que recibe más fondos en EEUU. Glups.
 
Aparte de tener mil publicaciones y proyectos de millones de dólares también reciben premios como este (aunque, si soy sincera, no acabo de captar el significado de las vuvucelas esas).

Desde que llegué tengo el síndrome del impostor, esa sensación de “yo no debería estar aquí”, para que me entendáis: me siento como si fuera una estafa piramidal en la que he ido engañando a mis jefes o supervisores poco a poco y me pregunto cuándo llegará el momento en el que se den cuenta de que “no soy para tanto” y me digan que me vaya. Supongo que es normal al principio, que ya le iré cogiendo el truco y adaptándome al ambiente, a la altura del piso 14 y de las personas que lo ocupan, que iré aprendiendo poco a poco a superar el vértigo.
 
Y hablando de adaptarse al ambiente: hace un par de semanas empecé a colaborar con otro centro de investigación. Si pensaba que lo de la planta 14 era genial, lo de la planta 6 es el paraíso… pero lo dejo para un futuro post, que hay mucho que contar.

----
Bueno Soletes, esto es todo por esta semana. Esta vez el post ha sido más descriptivo y con más fotitos, para que tengáis una idea del escenario de la historia. Tengo una invitación a una cena de Navidad, así que creo que el siguiente post será interesante, pues hablaré sobre cómo son estas fechas por aquí. Os recuerdo que podéis ver el índice con todos los post aquí  

PD: algunos me habéis dicho que os gustaría dejar comentarios pero no podéis hacerlo. He activado los comentarios públicos, a ver cómo van, y otra opción es que los pongáis en la página de Facebook

¡Mil gracias por seguir ahí! Muchos besos y felices fiestas.

5 comentarios:

  1. Querida Dorothy, siento decirte que creo que un solo post semanal no va a ser suficiente, sobre todo si nos vas a dejar con la miel en los labios. Muchos besos desde el otro lado.

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. A lo mejor os doy una sorpresilla dentro de poco... por cierto, mira bien la tercera foto (la del cubículo) a ver si ves algo que te suene ;)

      Eliminar
  2. Tu estas a la altura de 6 del 14.... y más allá. ..

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. El síndrome del impostor ya sabemls de dónde viene...recuerda todo lo que has logrado y cuantas normas no escritas has roto sin dejar de ser discreta. Un abrazo, amiga ;*

      Eliminar