Hola Soletes, esta semana os traigo un post un poco
variado. He hecho bastantes cosas en estos días y tengo planeadas otras tantas
que pueden ser de vuestro interés, así que he decidido centrarme en lo más interesante
para “ponerme al día” e ir contando las cosas conforme vayan ocurriendo. Así
que venga, aquí empieza este post tan loco como la primavera.
Campos de tulipanes (10 de abril)
Mientras recorríamos las carreteras
polvorientas pude descubrir que había niños vendiendo limonada con puestos
improvisados en el patio delantero de su casa, había granjas de todo (mermelada,
alpacas, árboles de navidad, tulipanes…), había graneros rojos como en las películas,
todo parecía una película. Así ha sido mi primer viaje por carretera o roadtrip, como lo llaman aquí. Ha sido
un plan de “solo chicas” con una compañera de mi trabajo muy apañada a la que
llamaremos May y dos amigas suyas: una tailandesa y otra china. Hemos ido al Skagit Valley y al pueblo que hay más
cerca: Mount Vernon. Para que os hagáis una idea, está a medio camino entre
Seattle y Canadá. Por el camino hemos pasado moteles y carteles de casinos y
reservas indias. Por esa zona, más hacia el interior, en las montañas, es por
donde se rodó Twin Peaks, (en Snoqualmie), a ver si puedo ir a visitar esa zona.
Me ha encantado el día. Me hacía falta un
poco de aire puro y es curioso el gran contraste que hay con la superpoblada
ciudad. A ver, ayer iba flipando mientras caminaba por la quinta avenida y
recordaba la deliciosa cena que acababa de experimentar (creo que no tardaré en
poder hacer un post sobre sitios donde comer) pero conectar con la naturaleza
es necesario de vez en cuando. Los campos de tulipanes eran inmensos, los
colores brillantes y la sensación… indescriptible. Os dejo unas fotos para que
podáis ver lo que yo vi.
La última me recuerda a El Mago de Oz, a la parte en la que cruzan un campo de amapolas |
¡Fugas de agua! (5 a 15 de abril, más o menos…)
El día 5, cuando
llegué, noté algo raro en la bañera: estaba llena de mijitas marrones, como de óxido.
Con el cansancio que tenía decidí dejar el mal rato para el día siguiente e
irme directa a la cama (era más de media noche). A la mañana siguiente, cuando
me duché, pude observar con más detalle que había un reguero que bajaba por la
pared y llegaba hasta el interior de la bañera. Mientras me estaba duchando
empezó a salir agua de una pequeña portezuela cuadrada que había en el techo…
genial.
Foto de la bañera con su porquería incluida |
Nada más salir
fui directa a la oficina de la inmobiliaria a contarles lo que pasaba. No me
daba la gana de contarlo por email y que pasaran días hasta que me hicieran
caso… Cuando se lo conté al encargado me miró extrañado pero tomó nota. Al día
siguiente vino uno de mantenimiento a contarme una historia acerca de que un
vecino de arriba se había dado un baño, el agua había caído por el agujero de
seguridad (¿sabéis lo que os digo? Normalmente se sitúan debajo del grifo y
sirven para que no se desborde el agua) y se había filtrado a los pisos de
abajo… Eso no cuadraba con la nueva fuga, pero bueno, quedamos en que les
avisara si volvía a salir, no lo tomaron como algo urgente porque el agua caía
dentro de la bañera (siempre y cuando tuviera cuidado y dejase la cortina bien
cerrada).Y, efectivamente, el agua salió
de nuevo por el techo. Tuve que llamarlos de urgencia por la noche… para cuando
me devolvieron la llamada estaba parando, así que quedaron en venir al día
siguiente.
Para no hacerme
pesada os diré que tras más de una semana de idas y venidas me lo acabaron
arreglando. Sam se presentó y me contó la misma teoría de las bañeras… y hasta
que no se la desmonté con datos (registro de fugas con tiempos y demás) no
accedieron a abrir la dichosa portezuela y hurgar a ver qué pasaba. Uno de los
días al llegar a casa encontré esta nota, de su puño y letra.
Traducción: “Las tuberías de encima de tu bañera estaban flojas y eso causaba el problema. Ya lo hemos arreglado. Gracias por tu ayuda. Sam” |
Parece que desde
que me mudé el piso de arriba había estado vacío y entraron a vivir los nuevos
inquilinos mientras yo estaba fuera, por eso no había notado el problema hasta
ese momento. Desde entonces me he encontrado varias veces con Sam y siempre me
saluda y me pregunta si todo va bien. Yo creo que es porque me tiene miedo, a
estas alturas seré “la pesada del décimo”. Parece que el muchacho es un poco
sosainas, y bastantes dosis de chicos sosos he tenido ya en mi vida.
A veces sale el
sol mientras la lluvia cae sobre tu cabeza pero, por mucho que busques, no
encuentras el arcoíris. A veces conoces a alguien capaz de terminar la letras
de las canciones que tarareas y pensabas que a nadie más le gustaban o es tan
improbable la forma en la que lo conoces que piensas que tiene que ser “una
señal”. Primero crees en la magia pero después descubres que no era para tanto,
que son hombres y no magos los que se esconden tras la cortina, que los sapos
también se disfrazan de príncipe, que la vida no siempre es bonita aunque a
veces nos invite a soñar. A veces no es el momento, a veces no es el lugar, a
veces no es la persona. Al menos lo intentaste, al menos te queda el consuelo
de “fue bonito mientras duró” aunque durase poco. Al menos lo que viviste fue verdad
mientras lo vivías, y eso nadie te lo puede quitar. En este caso ni eso:
deslumbre momentáneo aquella primera noche y fin. Mejor para mí, una pena
menos.
Otro capítulo de “Ay que ver las cosas
que te pasan” (25 de
abril)
¿Sabéis esos
momentos que pasan muy rápidos y muy lentos a la vez? Quizás sea porque al
acelerarse el corazón y oír más latidos nos parece que ha pasado más rato. Pues
eso fue lo que me ocurrió, no sé cuánto tiempo pasó desde que me hice
consciente de que estaba desnuda frente a una puerta a punto de abrirse. Mi
primera reacción fue taparme como pude, con los ojos como platos, y escuchar cómo
el corazón me aporreaba el pecho. Cuando reaccioné, me abalancé sobre el
pestillo de la puerta y lo sujeté con el afán de detener a quien fuese que
estuviera al otro lado… quizás lo más rápido y lógico hubiese sido pensar cómo
gritar en inglés: “eh, ¿qué haces? No abras la puerta que estoy en pelotas?”
pero no me salió.
5 minutos antes…
Acababa de
terminar de entrenar, y como el 99% de los que vivimos solos, practicando el
“nudismo casero”, simplemente me fui desnudando de camino a la ducha, parando a
beber agua por el camino, a poner la ropa sucia en su sitio… y entonces fue
cuando lo oí: alguien estaba usando una llave en mi puerta de entrada. No me lo
podía creer… era cierto que los de mantenimiento me habían dejado una nota en
la puerta el día anterior diciendo que el lunes entrarían… pero se suponía que
era hasta las 6 (y serían en torno a las 9 en ese momento). Además, qué menos
que llamar a la puerta, ¿no?
Una vez hube
sujetado el pestillo, iba a decir que no abrieran pero dejé de oír ruidos. Me asomé
por la mirilla y no había nadie… sí que pude escuchar a dos personas hablando
de fondo. Qué misterio… lo único que se me ocurre es que alguien se equivocase
de puerta, intentara abrir la mía con su llave, y al darse cuenta de que no
funcionaba se fuese corriendo. No es una hipótesis descabellada, ya que las
puertas son todas iguales y, como están arreglando el edificio, la placa con
los números de apartamento están colocadas en el suelo… además, si alguien ha
llamado al ascensor en otro piso anterior al tuyo y vas pensando en tus cosas,
es posible que te equivoques de piso y te bajes antes (a mí me ha pasado) por
lo que creo que es posible despistarse e intentar abrir la puerta que no es. Se
lo comenté a una compañera de trabajo y me contó que a ella le pasaba de vez en
cuando en el primer edificio que vivió: la vecina de arriba se equivocaba de
piso e intentaba entrar en su casa. En fin, otro misterio ¿resuelto?
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Se acabó lo que
se daba, por esta semana. Espero que estéis disfrutando de este puentecito tan
majo (vosotros que tenéis). Aquí os dejo los enlaces de siempre:
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