Hola Soletes, hoy os cuento la experiencia de volver tras dos semanas en casa y algunas reflexiones inspiradas por ella. No me enrollo, aquí va:
5 de abril
Arriba, arriba, hacia el lugar donde se
cumplen los sueños. Atrás quedan los días de abrazos y sol, el desorientarse en
medio de lo que siento cuando estoy con otros para volver a centrarme en lo que
siento yo. Es curioso cómo te sacuden estos cambios por dentro... No sé por qué
pensaba que al haberme ido por primera vez, ahora sería más fácil, que no
dolería tanto saber que voy a pasar otros cinco meses lejos de todo y todos.
Pero duele, otra vez mis ojos empañados me hacen consciente de lo que dejo... Y
ojalá siempre sea así, ojalá no deje de doler, ojalá no deje nunca de sentir
que una parte de mí se queda allí, ojalá nunca deje de importarme ver a esas
personas heridas por mi ausencia. Todo eso no es sino síntoma del amor que nos
tenemos, de lo que nos importamos... Y eso me hace sentir viva, me hace sentir
que esto es de verdad, que estoy viviendo mi vida, no pasando sin pena ni
gloria por ella. No sé cómo explicarlo, es como si las emociones que
normalmente pasan desapercibidas en el día a día a lo largo del año se
concentrasen todas en una semana. No es que antes no me sintiese querida o que
pensase que no me importaba nadie pero ahora se ha puesto de manifiesto con
mucha intensidad, es como cuando estás medio seco después de ducharte y abres
la puerta del cuarto de baño. El frío que entra te hace más consciente de las
partes que aún permanecen mojadas, revelándolas y haciendo que las sientas con
mayor intensidad. Pues esto es parecido, al volver tras tanto tiempo es más
fácil distinguir qué personas te tocan de verdad y me ha sorprendido la
cantidad de ellas que tengo en mi vida.
Ahora toca volver a centrarse, a ser
productiva, a aprender y cuidarse. Creo que uno de mis objetivos será no acomodarme
y salir a hacer planes y a conocer gente. Por mucho que ahora tenga más claro
que nunca que cuando acaben los dos años volveré, quiero hacer de Seattle mi
casa durante ellos. Quiero aprovechar esta época que seguro recordaré con
cariño en el futuro.
6 de la tarde
Qué llorona estoy... No sé si serán las hormonas o qué pero tengo los sentimientos a flor de piel. Estoy en el segundo vuelo y el viaje está siendo sorprendentemente tranquilo y sin incidentes: nada de prisas ni cosas raras, funcionarios simpáticos y ningún problema en aduanas o inmigración. Me he sentido bienvenida al país de verdad... Quitando que había un bebé llorón en el primer vuelo y que ahora tengo a un ruso frito en mi reposa brazos todo ha ido como la seda. Ahora cuando llegue, en unas 5 horas, me recogen... Así que no me puedo quejar.
Me parece irreal que ya pasado mañana
vuelva al trabajo y a mi rutina americana... Es como un sueño raro y “cool” a
la vez. Me da pereza pero me ilusiona. Me pone triste vivir sola después de lo bien
que he estado estas semanas pero me apetece volver a mi rutina de dieta sana y
ejercicio, de meditar, dormir y escribir. Me apetece acabar de cerrar estos
proyectos y comenzar algunos nuevos. Ahora mismo una parte de mi volvería a España
a abrazar a mi familia y amigos... Pero sé que no podría permanecer así
siempre, que el haberme vuelto con las manos vacías me acabaría pesando y no me
lo perdonaría. Que al no ser yo un bien escaso, se les olvidaría demostrarme
tanto que me quieren y las vivencias no serían tan intensas. Creo que lo vivido
estos días es más bonito por ser único e irrepetible... Añorarlo sería como
echar de menos lo vivido en un campamento de verano. En fin, puede que dentro
de un tiempo viva sumida en algún tipo de estabilidad monótona en la cuál
olvide lo que era experimentar estas emociones, puede que entonces tenga tiempo
para escribir mi novela. Puede que entonces me venga bien echar mano de estos
textos escritos entre lágrimas para recordar lo que sentí.
Lo bueno de todo esto es que no son
lágrimas tristes sino de nostalgia, de felicidad por lo vivido y añoranza por
el momento en que pueda vivir algo parecido otra vez. Pero nunca se sabe, me
esperan unos meses movidos en los que viajaré y conoceré sitios y personas...
Así que a saber qué más puedo vivir. Ahora toca respirar, tirar adelante hasta
llegar a mi piso, descansar y ya mañana se verá.
6 de abril
10.00 AM
Ya estoy de vuelta. Vuelven las
ambulancias rompiendo el silencio de la noche con sus sirenas, vuelven los
personajes en el autobús, vuelve el inglés, vuelve la magia de los
rascacielos. Debo confesar que en cierto
modo lo echaba de menos, me ha gustado volver y sentir que una ciudad tan
diferente puede seguir siendo mía. Me parece extraño que sea familiar pero
supongo que es mejor así. No puedo evitar sonreír y creo que esa es la mejor
señal.
Ejemplo de espécimen autóctono que encontré en el autobus |
16.00
He pasado el día con una amiga española
que ha venido a un congreso. Hemos ido a un parque precioso, Carkeek park, y
hemos disfrutado del solecito, charlando y riéndonos. La verdad es que me ha
sentado genial.
Como para no gustarme... |
Ah, justo para celebrar mi vuelta en los
supermercados han puesto productos españoles. Pienso comprar todo lo que pueda
que vea que no se caduca, incluidos los chocolates Valor.
Varios meses de antojos solucionados :) |
7 de abril
Acabo de llegar y ya estoy agobiada. Hoy
ha sido un día duro... mucho jaleo en el trabajo. Aun así he salido airosa y he hecho muchas cosillas pendientes:
papeleos, hablar con gente, mandar artículos, la colada, organizarme...
8 de abril
Acabo de volver y estoy como al
principio: sobrecogida por momentos, escribiendo a diario. Con la sonrisa
puesta todo el día. Pero esta vez es diferente, esta vez es mejor. Me sé de
memoria los caminos, conozco los productos del supermercado, tenemos sol. Creo
que ese es el principal cambio: esta ciudad se transforma con la primavera. Todo
es colorido y brillante, hay miles de flores por todas partes, los cafés están
llenos...
Cerezos Japoneses de Cherry Street |
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