Hola Soletes,
¿Me habéis echado de menos? He estado tanto tiempo sin
escribir porque estuvieron aquí mis hermanas y luego me fui dos semanas a mi
adorada tierra. No me he olvidado de vosotros, escribo este post porque os
merecéis que os saque de dudas y terminar con la incertidumbre de mi futuro
laboral. Acabo de llegar a Ciudad Esmeralda y me ha pasado como siempre: me ha
costado irme, ha sido de esas veces en las que me resisto a hacer la maleta
hasta el último momento. Ha sido duro sabiendo que voy a estar cinco meses
largos fuera y que me voy a perder acontecimientos importantes, pero me ha
gustado llegar y tener un poco de calma. Me ha gustado llegar sabiendo lo que
voy a estar haciendo durante los dos próximos años y medio. Lo retomo donde lo
dejé, con actualizaciones sobre mi estado laboral (y mi futuro en los próximos
años, claro). Si queréis recordar cómo quedó la cosa, lo podéis leer aquí.
Lunes 20 de febrero
La entrevista con los de Irlanda ha ido genial, quieren
conocerme en persona así que iré a verlos a final de marzo (por si me aburría,
parece que me toca meter en la agenda ir a conocer el país de Europa que está
el primero en la lista de los que me faltan por conocer).
Es todo muy raro, me refiero a esto de las entrevistas.
Cuando ya casi tenía un pie en Stanford esa opción desapareció. Y de repente
aparece la opción de Irlanda: lluvia vs. lluvia, vaya novedad. De repente me da
pena irme de Seattle. De repente quiero estar cerca de casa. De repente
recuerdo que ni siquiera tengo una oferta de trabajo todavía. ¿Y si no me sale
nada?, ¿Y si me salen las dos cosas? Ay, madre. No sé qué hacer, la verdad. En
fin, habiendo dormido cuatro horas creo que no puedo pretender tomar una
decisión sabia. Creo que lo mejor será irme a dormir, consultarlo con la
almohada, y hablarlo mañana y pasado con mis amigos y familia. Supongo que
cuando tenga más datos de cada una de las opciones me resultará más sencillo
poder hacer balance. Quién sabe, a lo mejor para entonces se ha abierto una
opción nueva.
Es curioso. Nunca hubiera esperado que Irlanda fuese una
opción. La cuestión es que, de alguna manera, lleva formando parte de mi vida
desde que era pequeña. Cuando tenía tres años tuve una profesora de inglés, la
primera, que era irlandesa. Su madre me regalaba braguitas de encaje porque
decía que le parecía una niña muy mona. De hecho, bien pensado, el primer
inglés que aprendí fue irlandés. Mi profesora see llamaba Mery. Fue mi primera
pérdida significativa… murió de cáncer cuando yo tenía 4 ó 5 años y lo recuerdo
perfectamente. Dejo una última voluntad y un libro para mí. El libro se titula
Modern Irish short Stories. Su último deseo, o al menos uno de los últimos,
consistió en que algún día supiese suficiente inglés como para poder leer ese
libro. Ahora lo tengo en mi estantería esperando a que me atreva a comprobarlo.
De alguna manera sería bonito que pudiese ir a vivir a su isla. Creo que si lo
hiciera intentaría averiguar si su madre sigue viva para contarle lo que ha
sido de mí. ¿Qué clase de aventuras me esperarían en un nuevo país? Por un lado,
me da pereza conocer otra cultura, otra vez, pero por otro estaría mucho más
cerca de casa. Aunque, no sé por qué creo que tendría menos libertad en ese
puesto de trabajo, y eso no me conviene para nada. Este es un gran punto a
favor del Hospital de Niños.
Miércoles 22 de febrero
Me acaban de invitar para una entrevista formal en el
Hospital de Niños. Ya pensaba que su silencio indicaba que no estaban
interesados, pero parece que, de momento sí. Me quejaba yo de no haber hecho
una entrevista de trabajo hasta ahora… ¿quieres sopa?, pues toma tres tazas. Ay,
¿y ahora qué? Cada día me acuesto y me levanto con posibilidades nuevas. Cien
pájaros volando y ninguno en mano… ¿Qué pasará? Pues espero saberlo pronto
porque la intriga me tiene de los nervios.
Sábado 25
Los de Irlanda no han dado señales de vida y dijeron que
me contestarían al día siguiente… Eso unido al hecho de que no pude hacer
preguntas durante la entrevista, me tiene un poco mosca. Si el lunes no han
dicho nada, contactaré con ellos para preguntarles. Necesito saber cómo va a
organizarse el tema de las publicaciones y si podré seguir colaborando con
gente de fuera mientras esté allí, pues eso es algo crucial en mis planes
futuros. Si no me gusta la respuesta no perderé días de estar con los míos,
dinero y esfuerzo en ir a verles en persona.
La del Hospital de Niños me dijo en su momento que no
estaba segura de tener fondos suficientes para contratar a alguien a tiempo
completo. Creo que por eso no ha querido decirme nada hasta ahora, por no tener
nada seguro que ofrecerme. En fin, voy a ver si soy capaz de dejar de pensar en
todo esto hasta no tener más detalles de cómo son mis opciones.
Viernes 3 de marzo
Hoy tengo la entrevista formal. A pesar de no haber dormido mucho la noche
anterior, no me cuesta nada. Es distendida, nos reímos, hablamos con confianza
y termina haciéndome una oferta formal de trabajo. Me quedo de piedra. ¿En
serio está pasando? Me conoce, ha trabajado conmigo y aun así ¿me quiere en su
equipo? Es más: debido a eso me quiere en su equipo.
Creo que esto puede marcar un punto de inflexión, que puede ser el
principio del fin de mi síndrome del impostor, ese que me hace creer que estoy
engañando a la gente, que cuando descubran que no soy tan buena me van a decir
que me vaya a mi casa. Pero por una vez creo que no es posible... esta mujer me
conoce bien y no es tonta para nada. Es más, hace hincapié en que no solo me
quiere por mi CV sino por mis cualidades personales. Wow. Ya de paso me entero
de que en Stanford al final no han cogido a nadie, que han decidido que como el
laboratorio está empezando mejor “no coger más estudiantes internacionales”,
osea, que la cosa estaba entre yo o nada y al final fue nada.
Tras pensármelo un poco, decido parar el proceso de selección de Irlanda y
aceptar. Difícilmente podría encontrar otro sitio donde vayan a velar tanto por
mi formación y mis intereses. Además, me ahorro mudarme, aprender las normas
del nuevo sitio, etc. El equipo es increíble y el hospital prestigioso, creo
que me esperan aventuras con las que ahora ni si quiera puedo soñar. Me hace
mucha ilusión, creo que me lo voy a pasar muy bien mientras hago cosas
interesantes. Me da un poco de pereza saber que esto implica dos inviernos más
en Seattle, pero me encanta saber que podré disfrutar de todo lo que la ciudad
me ofrece durante dos años más. Ya lo dije desde el principio: estoy un poco
enamorada de ella y me sigo enamorando cada día. En resumen: que seguirá
habiendo blog para rato porque pienso explorar todos los rincones del Noroeste
del Pacífico que me quedan.
Ay Soletes, si algo he aprendido a estas alturas de mi vida, es que las
señales a veces no significan nada. Creo que son como los consejos: debes estar
atento y escuchar, pero sólo seguir los que crees que te pueden servir.
¡Hasta pronto!
¡Hasta pronto!
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