domingo, 23 de abril de 2017

48. Emerald City Comicon (ECCC) y todo lo que aconteció después…

Hola Soletes,

Esta semana os traigo un Post muy especial. Como ya os comenté, he tenido a mis hermanas de visita durante dos semanas y lo hemos pasado genial. Lo que aquí os traigo es la visión de una de ellas sobre el primer fin de semana, en el que tuvo lugar el Emerald City Comicon . A efectos del blog, nuestros nombres serán los de los personajes de los cuales nos disfrazamos. Supongo que no os sorprenderá, pero no hace falta cambiar el mío. La que escribe es Wonder Woman.

Domingo 5 de marzo, 8:00 h
Amanecimos con la mirada puesta en la ventana del piso, observando un día nublado pero con una luz especial, pues había llegado “El día C”. Mientras realizábamos nuestra metamorfosis hacia todo tipo de personajes heroicos y fantásticos, se creaba una atmósfera de nervios, ilusión, curiosidad… pero no podíamos ni imaginar lo que nos íbamos a encontrar aquel día. Bajamos los 10 pisos y nos miramos una última vez en el espejo grande del vestíbulo.

Ahí estábamos. Las cuatro totalmente metidas en nuestras nuevas identidades: Dorothy acompañada de Tormenta (integrante de los X-men), Tristeza (uno de los sentimientos protagonistas de la película Inside-out) y Wonder Woman. Debido a la vestimenta que requería la situación, no íbamos todo lo abrigadas que deseábamos, por lo que tomamos aire, nos mentalizamos y nos lanzamos al mundo exterior. Resultado: ¡¡Qué frío!! (menos mal que el edificio donde tenía lugar el ComiCon estaba a unas calles de distancia del piso).

12:30 h
Tras un paseo bajo las nubes de Seattle y un poco de su lluvia alcanzamos la entrada del edificio.  Ya de lejos veíamos a todo tipo de personalidades: padres e hijos con disfraces a juego, robots de galaxias lejanas, monstruos muy reales que te miraban fijamente, etc. 


El antes y después de cenicienta

Miedo


Un sexy pie de hobbit

Un super sexy Uruk hai

Y si lo que te van son los elfos, podías ir a ponerte orejas

Nada más llegar fuimos como buenas exploradoras a pedir un mapa y un horario, aunque ya teníamos clara nuestra primera parada: Tom Felton (intérprete de Draco Malfoy en la saga Harry Potter) venía al ECCC (Emerald City ComiCon) para hablar con los fans y contestar a sus preguntas. A pesar del inglés a velocidad de vértigo pudimos entender historias muy curiosas y nos pareció una persona muy amable y simpática.

Un poco antes de terminar, para evitar la salida masiva de los asistentes, salimos del “Main Stage” y nos dirigimos a los puestos donde vendían todo tipo de artículos relacionados con el mundo del cómic: camisetas temáticas, artículos firmados por personalidades como Stan Lee, juegos de mesa, caricaturas o dibujos realizados por artistas, cómics antiguos pero bien conservados… vamos, el paraíso friki. Dimos unas vueltas, compramos varios artículos, pero de repente algo sucedió… Dorothy se paró en seco, dirigió su mirada al suelo y se posó en uno de sus chapines rojos que parecía haber decidido jubilarse en aquel preciso instante. “Oh no, ahora no” era la frase que se leía en su rostro. Podéis pensar: bueno no es el fin del mundo… pues casi.

Esta era la situación: eran las 15:20 h de la tarde y teníamos contratada una foto con Jason Momoa (muy conocido por su papel de Khal Drogo en Juego de Tronos) que había venido a promocionar su próximo papel como Aquaman en el universo de DC Cómics. La hora de la foto era las 15:45 pero debíamos estar en el hotel (sí, era en otro edificio diferente que estaba enfrente de la convención) a las 15:30 h, por lo que debíamos encontrar una solución YA. Conclusión del imprevisto: Wonder Woman le prestó a Dorothy sus botas poderosas y junto a Tormenta corrieron raudas y veloces hacia su piso para coger otros zapatos mientras Tristeza y Wonder Woman (descalza) se quedaron con las cosas en el Comicon. Minutos después aparecieron Dorothy (con zapatos propios) y Tormenta, le devolvieron los zapatos a Wonder Woman y las cuatro corrimos para llegar a tiempo al otro edificio.

Mientras subíamos en el ascensor hacia la planta 3 donde se realizaban las fotos no pudimos evitar mirarnos en el espejo y reírnos de la situación, casi podían escucharse los latidos de los corazones acelerados por tantas emociones juntas. Se abrió el ascensor y salimos a un pasillo donde esperaban más asistentes de la convención. Seguimos unos carteles que nos llevaron a una fila interminable para la foto pero habíamos llegado a tiempo: misión cumplida. Tras un tiempo de espera llegó uno de los momentos más ansiados del día: ahí estaba Jason con una sonrisa de oreja a oreja mirándonos mientras los organizadores nos decían: ¡Come on!, ¡Come on!

Nos colocamos apresuradamente mientras intentábamos hacer mil cosas a la vez: salir decentes en la foto, disfrutar el momento, memorizar ese instante… pero fue todo muy rápido, aunque sacamos la conclusión de que Jason es una buena persona y muy simpático (y es más guapo en la vida real). Salimos de la sala todavía conmocionadas por la situación y nos paramos un momento para decidir nuestro siguiente movimiento: volver al ECCC para terminar de ver los stands y sacarnos algunas fotos más con los demás visitantes.

17:15 h
Cierran las puertas del ComiCon, nos despedimos del lugar pero nos fuimos con la sensación de haber disfrutado como niñas. Siguiente misión: no morir de frío mientras esperábamos el Uber para ir a nuestro siguiente destino --> Vía Tribunali (restaurante italiano). Conseguimos llegar con éxito. Una vez dentro del sitio, sentadas y calentitas nos dimos cuenta del hambre que teníamos. Pedimos una comida variada con un poquito de Italia en cada plato y por supuesto un postre que nos elevó al cielo: Media Luna de Nutella.

18:50 h (pero como si fuesen ya las 12 de la noche…)
Fuimos andando desde el restaurante hasta nuestra siguiente parada, un bar llamado: Unicorn. Todo en la calle era colorido: pasos de peatones de arcoíris, árboles decorados con luces también multicolores, brillantina en parte de las aceras… estábamos entrando en un mundo diferente…y de repente nos topamos con la puerta del Unicorn. Mientras le enseñábamos el pasaporte al portero del local e intentábamos mantener nuestro calor corporal podíamos entrever un poco el interior del sitio pero nada, repito, NADA, nos preparó para lo que iba a acontecer aquella noche.

Habíamos leído que esa noche realizaban un espectáculo sobre los Beatles y proyectaban la película “Yellow Submarine”, de 1968, por lo que nos acercamos a los que parecían que cobraban la entrada. Les encantó que estuviésemos disfrazadas y que hubiésemos estado en el ComiCon y nos señalaron unas escaleras que bajaban a donde todo sucedería…

19:15h
Las cuatro sentadas en la mesa central frente al escenario donde estaba proyectada la imagen de una especie de híbrido con: cara de dientes de sable, pinzas de cangrejo, cuernos de ciervo y alas de águila, todo brillante al que llamaban “The Glitter Beast” (la Bestia de Purpurina)

Ahí tenéis a la maestra de ceremonias y el bicho

No tardamos en descubrir que se trataba de un espectáculo de Drag Queen. La concurrencia era casi más impresionante que cualquiera de las otras cosas que sucedieron... había que estar allí para entenderlo. Casi antes de empezar, Dorothy ya se había hecho amiga de los de la mesa de al lado. A lo largo de la noche se intercalaron actuaciones de algunas Drag Queen (con voces impresionantes) que versionaban canciones de los Beatles y la proyección de la película con la que pusieron unas reglas: cada vez que saliera una referencia a los “Blue Meanies” (unos personajes azules de la película) se tomaba un trago de la copa, cada vez que hubiese un número musical otro trago y cada vez que Ringo Star hiciese el idiota otro trago. Puede parecer una tontería, pero cada vez que pasaba alguna de esas cosas durante la proyección se escuchaba una voz grave desde nuestras espaldas que decía: DRINK. Todo esto junto a la ya surrealista proyección, hacía que la experiencia fuese como “fumarse un porro, pero sin fumarlo” (palabras textuales de una de las espectadoras).

Una escena de la película con los Blue meanies

A estar alturas, Dorothy ya cantaba las canciones cogida de la mano de su nuevo amigo que, por cierto, tuvo el detalle de invitarnos a una ronda de cocteles a las cuatro. Esa fue una de las historias que nos encantó de aquella noche: aquel chico tan amable había ido con su pareja, con la que estaba casado. Nos contaron que ambos se llamaban Brad (por poner un nombre inventado, como siempre) y que al casarse, al ser los dos hombres combinaron sus apellidos (en Estados Unidos las mujeres suelen adoptar el del hombre cuando se casan), lo que hicieron fue juntar parte del de uno de ellos Both y del otro Well (lo del apellido es real, si lo cambio no tendría gracia), así que ahora ambos se llamaban Brad Both-Well (Brad ambos-estamos-bien).

Cuando acabaron los espectáculos y la película, estábamos inmersas en un mundo extraño, impactadas por lo que acabábamos de vivir, pero disfrutando de cada momento. Todavía con el aura de locura y de que todo puede suceder, nos despedimos de los Brads, subimos al piso de arriba y le dijimos adiós a nuestro querido unicornio.

22:30 h
La siguiente misión de la noche se presentaba de forma amenazadora ante nosotras: hacer la compra con el efecto de las copas que nos habíamos tomado en nuestra anterior parada. Puede sonar extraño pero es algo que suele suceder cuando quedas a cenar a las 6 de la tarde y los supermercados cierran a media noche (Dorothy dice que debería ser considerado como una nueva disciplina deportiva, bautizada como “drunk shopping”). Todo fue sorprendentemente bien porque seguimos una técnica ancestral infalible: hacer Zig-Zag por los pasillos para evitar perderte y poder ver todos los productos. El reto no acabó ahí… al ser casi la hora de cerrar, las cajas normales no estaban abiertas y nuestra única opción para poder pagar y volver a casa eran unas cajas en las que autoescaneabas tus productos y pasabas la tarjeta para pagar. Fue toda una proeza ya que el audio de la caja registradora se puso en español latino y comenzaba a dar unas órdenes muy extrañas. A pesar de todo, pagamos y cargamos nuestras cuatro bolsas de papel y nos dirigimos a la salida de la tienda.

Fue entonces cuando nos encontramos con un chico que comenzó a intentar adivinar de qué personaje iba cada una. Los acertó casi todos y no sabemos si por los nervios o por qué, se le cayó el móvil al suelo con la mala fortuna de romperse su pantalla. Nos quedamos quietas sin saber que decir, pero pareció no importarle demasiado. Tras todo esto, salimos por fin de la tienda y esperamos impacientes al Uber que nos llevaría de vuelta al calorcito de nuestra habitación en el piso.

00:45 h
Realizada la metamorfosis inversa, nos dimos las buenas noches y nos refugiamos en la comodidad de nuestras camas para despedir aquella mágica noche. Surrealista sí, pero no le cambiaríamos ni un solo detalle, pues eso es lo que hace imborrables los recuerdos, momentos que ocurren de una manera perfectamente imperfecta.

FIN

Fin de ese primer día narrado por Wonder Woman (¡muchas gracias!) y editado por una servidora. Como habréis podido comprobar, algunas fotos tienen mayor calidad de lo acostumbrado. Gracias a la cámara de Tristeza podré mostraros las maravillas del Noroeste del Pacífico en alta definición. Estad atentos porque en el próximo Post os relato una de las experiencias más surrealistas que he vivido en USA, incluye desde un viaje por carretera a través de la península de Olympic, hasta la presencia de lo que, estamos convencidas al 90%, era un hombre lobo... ya lo juzgareis vosotros mismos.

Nos vemos en dos semanas, Soletes.

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