domingo, 28 de febrero de 2016

16. La planta 6

26 de febrero
Hoy he llegado a ese punto. Ese punto en el que he recorrido el camino sin pensar en la dirección, no he dudado si girar a la izquierda o a la derecha para llegar a la sala de conferencias, me he puesto un té en la cocina y he iniciado sesión con mis claves en uno de los ordenadores del espacio compartido para los postdoc.

Creo que ha llegado el momento de que os hable del piso 6. Antes de que, aquello que el primer día me pareció una especie de Disneylandia para científicos se convierta en la cosa más normal del mundo ante mis ojos.

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18 de noviembre
El viernes tengo una reunión con la directora del centro de investigación en desarrollo y salud pediátrico del Hospital de niños de Seattle, a ver qué le digo... lo prepararé un poco porque estoy algo nerviosa. Escribiré al menos un resumen de lo que hago, las líneas de investigación que me interesan y aquellas en las que me encantaría colaborar. Espero que haya suerte, me encantaría colaborar con ellos porque han hecho contribuciones muy importantes en el ámbito del dolor infantil, comparten conmigo los intereses por el sueño y las nuevas tecnologías (eHealth sobre todo) y sería la manera de no desconectar del todo del ámbito pediátrico durante estos dos años. Me encanta el hospital de adultos pero creo que aquí tendré oportunidades únicas de hacer contactos y aprender otras técnicas y perspectivas. Así que venga, a tragarse la vergüenza y “palante”.
 
20 de noviembre
La sede del hospital de niños donde trabajan las personas con las que colaboraré está en la octava avenida, en pleno centro de la ciudad. El edificio es enorme, hay un Starbucks en el vestíbulo y en las plantas superiores hay empresas como Amazon.
 
Te puedes tomar algo tan molón como un té “Oprah”. Sí, esta mujer tiene hasta una bebida con su nombre…
 
El centro de investigación en sí es una pasada. Todo es blanco, todo es coqueto, todo el mundo es “super nice” (muy amables), tienen personas que se encargan de los más pequeños detalles y parece que reciben una buena financiación. Eso sí: la seguridad es de mayor nivel que la de un bunker. Si no tienes acreditación tienes que ir a una recepción del cuarto piso, enseñar el pasaporte, permitir que le hagan una fotocopia y ponerte un pase temporal que debe permanecer visible todo el tiempo. Para que te dejen subir al sexto llaman por teléfono a la persona que te ha invitado y debe bajar personalmente a recogerte.
 
La reunión ha sido un éxito. Es extraño, es la primera vez que me pongo tan nerviosa desde que llegué. No entiendo bien por qué, quizás es por el renombre que tiene esta catedrática y todas las contribuciones que ha hecho, quizás es porque no la conocía de antemano y parece muy seria de primera impresión. A los pocos minutos de hablar con ella descubro que es un encanto: amable, abierta, colaborativa… me ha invitado a asistir a todas sus reuniones de grupo, me ha pedido que tras la reunión me reúna por separado con todos los miembros de su equipo para ver en qué podemos colaborar y me ha dicho que si quiero me puedo unir al “journal club” una especie de club de lectura científico donde van analizando libros y artículos. Wow. Me ha dejado sin palabras… creo que se me han gastado las gracias de tanto dárselas. Me resulta sorprendente que alguien que no te conoce esté tan dispuesta a ayudar y a abrirte las puertas de esa manera.
 
18 de diciembre
Hoy he ido a la primera reunión de grupo en el piso 6 y ha sido genial. Hay al menos dos proyectos en los que podemos colaborar: uno de dolor postoperatorio y sueño con seguimiento mediante un diario electrónico y otro utilizando una base de datos de una encuesta nacional a la que también van a darme acceso. Hay varias postdoc, aunque la mayoría terminando, pero me ha gustado mucho el ambiente que hay. No sé a cuánto me dará tiempo antes de que se vayan, pero espero que al menos pueda plantar unas cuantas semillas para colaborar en el futuro.
 
Ha pasado casi un mes desde la reunión inicial (no volví a ir porque estuve con la mudanza al piso y pillaron las Navidades en medio) y aún no tengo mi acreditación para entrar al hospital sin tener que hacer a la pobre jefa bajar dos pisos para recogerme. El proceso ha sido interesante: me han revisado los antecedentes penales (es la cuarta vez desde que pedí el visado), he tenido que rellenar una montaña de papeles, tengo pendiente hacer varios cursos online (cursos muy similares a los que ya hice en el hospital de adultos pero que como no son SUS cursos, parece ser que no valen…), rellenar unos documentos de declaración financiera y conflicto de intereses y el último paso es ir a ver a la enfermera ocupacional y a sacarme la foto para la identificación (espero que con el informe que he presentado sobre las vacunas sea suficiente…).
 
Lo que más me ha llamado la atención es el espacio: tienen vistas al Space Needle, una cocina, pequeñas oficinas con un ordenador, pizarras, sillas y mesas que están disponibles para reuniones… también tienen unos espacios para los “investigadores voluntarios” como yo, donde pueden registrarse con sus claves en el ordenador y se inicia una sesión propia. Algunos de ellos tienen programas para análisis de datos y acceso a bases de datos para buscar artículos. También tienen un autobús gratis que conecta el hospital con otros centros de investigación, entre los que afortunadamente se encuentra el mío, cosa que me viene de maravilla.
 
Lo segundo que me ha dejado con la boca abierta es la manera de organizarse. Tienen personas encargadas de escribir y revisar los proyectos para que pasen por el comité ético del hospital, asistentes de investigación que se encargan de gestionar contratos, reclutamiento de participantes para los estudios, licencias… Ah, y a las reuniones de los viernes cada semana lleva uno el desayuno, así que lo mismo hablan de los estudios en marcha mientras se comen unas uvas que preparan las presentaciones que harán en el siguiente congreso mientras se comen una rosca con queso crema o unas galletas caseras. Así da gusto empezar el día.
 
Por último, me asombra la cantidad de recursos que tienen: creo que para el “Journal Club” te dan los libros ellos (al menos a los empleados, yo no sé si entro en el cupo), tienen otro proyecto para formar a profesionales de la salud y científicos en las que lo mismo te enseñan a revisar un artículo que te dan pautas sobre cómo escribirlo. En definitiva: que el hospital de adultos está muy bien, no tengo queja, pero no había visto nada como esto.
 
23 de diciembre
 
10.50
Voy en el autobús hacia la cita con la enfermera ocupacional. Creo que he llevado los nervios bastante bien, intentando distraerme y demás. Pero no puedo evitar estar preocupada. ¿Me querrán pinchar?, ¿Me pondrán problemas con las vacunas? Espero que no… y si lo hacen pienso negarme . Eso sí, si me preguntan por la vacuna de la gripe seré sincera y diré que no la tengo.
 
12.00
Y ahora voy de vuelta. Me han pinchado. Tres veces. Me han vacunado de la gripe y del tétano-difteria-tosferina. Me han sacado sangre para ver si tengo las defensas de la varicela todavía. Espero que sí y que no me la tengan que poner otra vez… me he sentido un poco obligada, como si fuera una prisionera. Pero bueno, la enfermera ha sido muy amable y simpática. Espero no tener efectos secundarios y pasar todas las navidades mala. Lo que hay que hacer por la ciencia. En fin, ya me pueden toser en la cara pacientes griposos o me puedo pinchar con un hierro y quedarme tranquila. Sé que no es para tanto, que sólo son unos pinchazos pero aunque resulte paradójico a pesar de trabajar con el manejo del dolor, las agujas no me gustan nada de nada… desde luego, qué mejor que irte a casi 10.000 km de casa para seguir superando miedos.
 
Ya tengo mi acreditación y es lo importante. Me siento como un agente doble: en la carcasa de plástico transparente tengo por un lado la que me da acceso a la planta 14 (hospital de adultos) y por otro la que me permite acceder a la 6 (hospital de niños).

8 de enero
Hoy he tenido otra reunión en el hospital de niños y me he sentido como pez en el agua. La acreditación no funcionaba pero por lo demás ha ido bien. He conseguido encontrar la sala de reuniones y la cocina, y volver en el bus secreto cuya parada está escondida y he hecho aportaciones y sugerencias para una investigación de la que se estaba hablando sin que me diera un colapso.


Aquí las vistas desde la parada, son “cool” hasta para anunciar lo que hacen

28 de enero
Síndrome del impostor total. Me da miedo que vean que no sé analizar bases de datos complejas, les diré la verdad: tengo más experiencia en pruebas de usabilidad, en evaluación momentánea, en revisiones sistemáticas, en análisis factorial… pero que hay otros análisis que no he hecho nunca (ni sé usar algunos programas estadísticos que utilizan ellos).

Estoy haciendo cursos online, leyendo… más no puedo hacer. A ver, sé que no están aquí para evaluarme ni juzgarme. Les explicaré mis ideas, les propondré colaborar en un par de cosas y a ver cómo va. Si les decepciono supongo que no volverán a contar conmigo y ya está, tengo a los del otro hospital y los de España que sí confían en mí.  
 
Supongo que ya se me pasará, es normal al principio… los comienzos nunca son fáciles y sólo exponiéndose a estas situaciones y sintiéndose vulnerable es posible no acomodarse y crecer. Quizás me imponen un poco por lo maniáticos o perfeccionistas que son para todo: lo de las vacunas, lo del examen de español que tengo que hacer ahora…
 
¿No he contado lo de el examen? Bueno, preparaos para otra historia surrealista. En uno de los proyectos, les habían criticado porque el 10% de los pacientes de un hospital donde estaban reclutando participantes para un estudio son de habla hispana y no entienden bien el inglés y por eso se les estaba excluyendo. No tenían dinero para contratar intérpretes de español (pueden cobrar 300 dólares la hora). La solución propuesta fue que yo tradujese los materiales y les hiciese el proceso de consentimiento informado: ¿quién mejor que una hablante nativa para encargarse de esto? Pues parece que no es suficiente, los del hospital requieren que la persona encargada pase un examen del idioma que sea, no importa que sea su primera lengua. Lo surrealista no termina ahí: tras un largo y tortuoso proceso resulta que no me pueden hacer el examen porque no soy empleada, pero si no me hacen el examen no puedo realizar esa tarea. ¿La solución? Pues no lo sé, aún estamos en ello y la verdad es que me estoy quedando sin ideas. Si no les vale mi pasaporte español ni mis notas de la carrera y no me quieren examinar no sé qué más entregarles. Si lo que quieren es un certificado de Español latino, creo que les pediré a mis padres un informe de las innumerables películas Disney que habré visto de pequeña con ese doblaje, desde luego deberían computar como horas de practica…

26 de febrero
Como os comentaba, hoy me he sentido un poco “en casa” mientras estaba en el piso 6. Cuando hemos acabado la reunión me he puesto a trabajar un rato y después he ido a comer con dos de las postdocs que son muy apañadas. Ha sido un rato muy divertido donde he podido desconectar y conocerlas un poco mejor. Ya de paso he descubierto un restaurante mediterráneo donde ponen un falafel de muerte. Me encanta Seattle.


Una de las tazas que puedes coger si necesitas, así no tengo que cargar con la mía
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Hasta aquí mi visión del hospital de niños, os mantendré informados de los avances. Ah, con el paciente muy bien: no puedo dar detalles por aquello de la confidencialidad pero creo que hemos conectado y que le resultará útil lo que aprenda en terapia. Ya os contaré cómo acaba la historia.

IMPORANTE. Ya es definitivo: los post no están llegando por email. Lo hice con una función automática del blog, por lo que no sabía ni quién está suscrito, ni si llega, ni nada. Por tanto, he creado una newsletter para cumplir esa misma función: que aquellos que quieran enterarse por email de que he publicado una entrada puedan hacerlo. Para suscribiros lo único que tenéis que hacer es pinchar aquí http://eepurl.com/bSbgUX y poner vuestro email. Para cualquier duda podéis dejar un comentario debajo o en la página de Facebook.


Besos desde el lluvioso Seattle

2 comentarios:

  1. Si la gente de ahí te parece perfeccionista a ti... xDDD

    Nunca había caído: el TÉ se bebe en TAZAS. Debe haber algún chiste al respecto.

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