“Como daba
besos lentos duraban más sus amores”
Ramón Gómez
de la Serna
Ay Soletes, qué de cosas os he de contar… eso sí, escribo
esto para honrar la promesa que hice en el post anterior pero lo dejaré aquí. Parece que tiene
buena pinta y no tiene mucho sentido airear más mis intimidades, así que
tomadlo como algo único, porque no habrá más (al menos hasta que llegue la
novela de verdad y nadie pueda saber qué fue real y qué me inventé). Pero no
adelanto acontecimientos, empiezo por el principio.
1 de enero, 6 de la tarde
¿Será hoy ese “día menos pensado” que tanto ansiamos que
llegue? Aún no me creo lo que acaba de ocurrir… De nuevo parece ser que las
cosas de las películas suceden en la vida real. Tras mi paseo para ver el
primer atardecer del año decidí pedir un Uber para volver: se había hecho de
noche y la temperatura había descendido de forma considerable. Estuve a punto
de cancelarlo porque me ponía en la app que iba a tardar 10 minutos en llegar y
me estaba congelando… pero decidí esperar, a saber dónde estaba el siguiente
conductor con el que intentaran conectarme. Jay llegó en un Lexus muy bonito y
nada más verlo pensé, “Vaya, qué rollo más guay tiene ese chico, mira que los
asiáticos no suelen parecerme atractivos… pero este sí que lo es”. Tras 10
minutos hablando comprobé que además tenía tema de conversación y era
interesante. Dejamos a una pareja que estaba en el asiento de atrás (motivo por
el cuál yo me había sentado delante) y el tema de conversación cambió un poco.
Jay me preguntó si estaba de visita o vivía aquí, empezamos a hablar de mi
trabajo y de pronto, en un semáforo, se queda mirándome las manos y exclama:
- ¡No llevas anillo!
- Me las miro y le digo: “¿qué pasa?”.
- ¿No estás casada?
- No.
- ¿Y tienes novio?
- No.
- Guau, pues deberías…
- Créeme que lo he intentado, pero los hombres
interesantes que he conocido en esta ciudad o bien son gais o están casados.
Silencio…
- ¿Te gustaría salir alguna vez?
Shock…
- Eh… vale.
- Eres muy mona, así que me encantaría (inciso: no sé si
os pasa a vosotros, pero parece que el día que más cutre vas y más fea te
sientes, es cuando más ligas. En mi caso, día de resaca post-fin de año, con un
gorro para protegerme del frío, nada de maquillaje, etc. Así que sí, monísima,
hermosa como una osa…)
- Tú también eres muy mono…
- Perfecto, si quieres podemos ir a cenar y luego vemos
una película. Ahora cuando paremos te pido el móvil.
Momento algo incómodo, sonrisas, intercambio de números y
apretón de manos (muy cálido, por cierto) para despedirnos. Bienvenida de nuevo
a Ciudad Esmeralda, querida Dorothy.
Y así es como he tenido mi primer encuentro fortuito con
un chico americano que (a priori) parece genial y me ha propuesto el clásico “dinner and a movie” (cena y película) de
una primera cita en EEUU. Y lo más importante: no me han entrado los miedos sin
sentido y le he dicho que sí.
Jay y yo vamos a tener la cita el día de Reyes y eso me
recuerda a que cuando era pequeña solía pedir un novio en mi carta (supongo que
esa idea me parecía más entretenida que la de tener más juguetes). Cotilleando
su perfil de Uber he visto que tiene muy buenas críticas de otros pasajeros,
que habla lengua de signos (me lo como) y que le gusta la naturaleza.
Nos escribimos mensajes durante unas horas... Me pregunta qué me define, qué cosas forman parte de mi rutina. Le
digo que soy muy curiosa y tengo intereses variados pero que si tuviera que
elegir dos escogería escribir y viajar. Me dice que le encanta, que él también
es creativo y aventurero… que está escribiendo un libro y ya me contará mejor
en persona.
Sonrío pensando que hay que ver tanto lío con la app y
mira lo que se ha cruzado en mi camino como salido de la nada… Sonrío con más
intensidad cuando pienso que si no fuese por el bagaje de los siete capítulos
anteriores quizás habría huido ante su propuesta, sin duda la experiencia me ha
servido para prepararme un poco para este momento.
2 de enero
A media mañana recibo un mensaje preguntando cómo va mi
día y ya no paramos con el tonteo… fotos, reflexiones varias y más conexión
aún. Me encanta todo lo que me dice, le encanta todo lo que le digo. Decidimos
no hacernos más preguntas hasta vernos en persona porque los dos nos estamos
emocionando mucho… además, estamos de acuerdo en que hay ciertas cosas que es
mejor hablarlas en persona. Y entonces aparecen los miedos: ¿y si es un
psicópata?, ¿y si no nos gustamos al vernos otra vez?, algo así es demasiado
bueno para ser verdad… ¿o no?
4 de enero
Hace un frío de dos pares… frío que Jay y yo hemos
templado con un poco de tonteo. Quería llamarme por teléfono, ¡uy, no! Si no me
gusta nada normalmente, menos me gusta en inglés y con alguien a quien apenas
conozco y a quien no le tengo pillado el acento. A ver si no se chafa por no
querer… en fin, quiero que llegue ya el sábado, por favor. Voy a hacer un poco
de elíptica que la verdad es que estoy nerviosilla y necesito quemar eso, a ver
si duermo bien, que llevo varias noches con sueños inquietos.
6 de enero
Por la mañana
Es raro, ahora todo es puro, todo es esperanza, nada está
corrupto… la fantasía impera sobre la realizad, esa que por mucho que nos
empeñemos nunca será perfecta. Pero, ¿quién quiere perfección? Lo perfecto es
aburrido, además de irreal. Nada (ni nadie) es “perfecto” en realidad. Supongo
que me toca hacer lo que sé que funciona: respirar y esperar. Esperar a que por
fin decidamos sitio y hora. Ponerme mi mejor sonrisa y salir a la calle. Y
conocerlo mejor. Y enfrentarme a los miedos. Y honrar lo que dije de abrazar
2018. Y vivir.
12 de la noche
Al despedirnos tras habernos estado besando durante unos
minutos me dijo: “dame un abrazo” y mientras nos abrazábamos susurró: “me
gustas mucho”. Le dije que a mí también. Nos besamos otra vez y en este último
beso mordió mi labio inferior de una forma que me hizo tener que contenerme
para no devolverle el beso con más pasión y empezar algo que quizá sería
difícil de parar. Dorothy, contrólate que quieres ir despacio... Fue un beso
dulce, de los que no despeinan, muy de primera cita americana (beso que, por
cierto, tuve que iniciar yo porque él no acababa de lanzarse). Me gustó lo
tierno y a la vez fuerte que es. Tiene una dualidad que me resulta
desconcertante y atractiva a partes iguales.
Se han pasado más de cinco horas en apenas un suspiro.
Hemos hablado mucho, visto una película un tanto densa y cenado algo. Jay
parece una persona realmente compleja… ha tenido un pasado muy duro que ha compartido conmigo… No tiene por qué ser algo malo, las mejores
personas que conozco han salido adelante de situaciones realmente duras y eso
no las hace sino ser conscientes de lo valiosa que es la vida y la importancia relativa
de las cosas.
Jay no bebe. Le gusta darme pellizquitos cariñosos en el
brazo. Me ha preguntado si he llegado a casa bien. Es muy inteligente y tiene conocimientos
que me han dejado sorprendida, del mismo modo me ha sorprendido cuando se ha
quitado el gorro ver que llevaba la mitad inferior de la cabeza rapada y la
mitad superior con un pelo largo recogido en uno de esos moñitos hipsters que tanto se llevan por aquí. Odia
el cilantro tanto como yo y sabe imprimir cosas en 3D… Lo dicho, la cosa
promete.
9 de enero
Hoy hemos tenido una llamada de teléfono muy interesante,
de casi media hora. Lo he sugerido yo... me
he alegrado de ser valiente. Hemos hablado de cine, de festivales y de
tonterías… ha sido divertida y me ha enseñado que tenemos cosas en común. Hemos quedado
en ir el sábado a un teatro de improvisación para el que tenía entradas (regalo
de un amigo con la instrucción de usarlas en una cita, por cierto).
13 de enero
Ha sido una cita perfecta, la típica que me habría
encantado vivir cuando tenía 15 años. No tengo ningún pero que ponerle… bueno,
quizás que me confesara que al principio pensase que España estaba en Sudamérica…
pero se lo perdono, al fin y al cabo, es estadounidense. Jay me recogió, fuimos
a cenar Phö, una sopa vietnamita deliciosa cuyo caldo dejan cocer durante 24h, y estuvimos charlando. Esta vez me preguntó mucho por mí y por mi historia. Después fuimos a por bubble tea, tartaletas de fruta de mi
sitio preferido de Chinatown y nos dirigimos al teatro.
Aquí el famoso Phö
En el coche hablamos un montón de música, seguí comprobando que tenemos cosas en común y hubo un momento que casi me hizo vomitar
arcoíris. Me estaba diciendo que hace años le dio por levantarse todos los días
con una canción pero que no se acordaba del nombre y no la había vuelto a
encontrar… adiviné cuál era (By your side,
de Sade) y se la puse. Se puso muy contento y me pidió que la reprodujera en su
móvil para que se escuchara por los altavoces del coche. Cuando la canción, que
es bastante romántica, llevaba un poco sonando me miró y me cogió de la mano.
Me dio muchísima vergüenza, no sé por qué, más que besarlo por primera vez
incluso. Supongo que lo otro fue simplemente impulsivo y físico, preludio de
una despedida, esto fue más íntimo, más sostenido, con más significado. Desde
luego, esto de dejarse querer es un verdadero arte…
El teatro fue increíble… nos reímos durante toda la
función, fue un rato muy relajado y divertido. Me gustó ver esa faceta
distendida y desenfadada de él. A las 10 me estaba acompañando a la puerta de mi bloque… y yo lo estaba
besando otra vez porque él tampoco se decidía. Esta vez fue un beso de los que
sí despeinan, madre mía... tuve que mirar hacia abajo y respirar hondo para
parar… lo inevitable, y decir buenas noches. Él aprovechó para besarme en la
frente. De verdad, creo que no he conocido a nadie capaz de trasmitir tanta
fuerza y delicadeza a la vez, y eso me vuelve loca.
Un rato después, nos estábamos escribiendo mensajitos y
me envió las líneas más bonitas que nadie me ha escrito nunca. Me decía algo
así: “Tu energía y tu capacidad para personificarla sin importar quién está
mirando o quién hay alrededor me dice mucho sobre tu carácter y la confianza en
quién eres. Creo que eres consciente de ti misma, de en lo que te has
convertido y de lo que quieres llegar a ser. Eso para mí es muy atractivo y
difícil de encontrar. Espero que nunca pierdas ese sentido de espíritu libre y
que te permitas brillar en todas las situaciones. Me encanta compartir momentos
con alguien que desata su potencial como tú… definitivamente eres alguien
especial.”
15 de enero
Oh, oh… Tengo síntomas, creo que me ha pegado algo. No
duermo bien, no tengo apetito aunque me ruja la barriga, me cuesta
concentrarme, me paso el día entre suspiros y a veces se me pone una sonrisa
tonta, de esas que hacen que la gente te mire raro por la calle. Ay, espero que
no sea grave. Aunque tiene pinta de enfermedad de transmisión sentimental…
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Pues Soletes, tal y como anunciaba, se acabó lo que se
daba. El sábado hemos quedado otra vez y estoy deseando que llegue… pero lo que
sea que pase quedará entre nosotros. La idea de esta sección especial del blog
era hablar sobre las primeras citas en Estados Unidos, y esta ya será la
tercera… así que prefiero hacer un fundido a negro y dejar que vuestra
imaginación termine de perfilar la historia. Quién sabe, si la cosa va bien,
puede que Jay empiece a aparecer como personaje recurrente del blog, tal como
ha pasado con mis amigos. Deseadme suerte y fuerza para seguir siendo valiente…
Os escribo pronto.
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