sábado, 25 de junio de 2016

31. El centro del universo


"Sólo quedará por probar un sentido,
el del ridículo por sentirnos libres y vivos"
Izal, Qué bien


Sus habitantes dicen que Freemont es el centro del universo. Después de esta experiencia, me lo creo. Es difícil de explicar la clase de energía que se ha concentrado a lo largo de sus calles, el buen rollo se respiraba casi con más intensidad que el mismo aire. El ambiente, la gente, todo invitaba a creer que no había reglas, que lo mismo podías desnudarte que vestirte con todos los colores del arcoíris a la vez, sin importar tu edad o sexo. Pero empezaré por el principio…

Fachada de un edificio del barrio


18 de junio

Hoy ha sido la celebración del solsticio de verano, que este año coincide con la “strawberry moon”(algo así como la luna de fresa, nombre que recibe la luna llena de junio), por lo visto es la primera vez en 50 años que coinciden y la siguiente será dentro de otros 50, casi igual que Halley. Para festejar el día más largo del año es tradición en el barrio de Freemont organizar un festival. El programa se compone de un festival de música, puestos al aire libre de comida y bebida y todo tipo de artesanía, causas sociales o servicios. Pero el evento más importante, aquel que se lleva a cabo como dicen por aquí “rain of shine” algo así como “llueva o haga sol”(literalmente) es el desfile.


He quedado con Galadriel y llegar ha sido toda una odisea. Cuando llevaba un par de paradas recorridas en el autobús que supuestamente me llevaba hasta Freemont, la conductora ha anunciado que hoy no pararían en el barrio, que si queríamos ir al desfile cogiésemos otro autobús diferente. Me he bajado corriendo y tras un rato ha venido el susodicho. Ha tardado casi el doble de lo normal en aproximarse, pues se montaba mucha gente y en la mayoría de paradas el conductor tenía que decirles a los que esperaban que ya estaba lleno. Finalmente, ha dicho por megafonía que las carreteras estaban cortadas y tenía que dejarnos en un punto concreto: a 15 min de la parada donde Galadriel (con la que no podía comunicarme porque no tiene internet en el móvil) llevaba ya esperándome otros 15. Genial. Tras atravesar un puente y a las cientos de personas que ya esperaban para ver el desfile, subí la última cuesta sudando como una cerda y la encontré. Menos mal que decidió esperarme…

Al final tuvimos suerte, nos colocamos tras una especie de tribuna donde había varias personas que parecían ser de alguna asociación del barrio. Entre ellos destacaba un pirata que hacía las veces de maestro de ceremonias y comentarista. Aquí tenéis una foto:


Fue un buen sitio porque algunos de los participantes del desfile se paraban a “chupar cámara” ante ellos. Por eso y porque, de vez en cuando pasaban una bolsa con trozos de chocolate para que cogiera quien quisiera, chocolate del que se come… estábamos en el barrio hippie, sí, pero allí también está la sede de Theo, la fábrica de chocolates local. Antes de empezar, repartieron tizas de colores y animaron a la concurrencia a decorar la carretera con ellas; niños y mayores se animaron a hacerlo.

El desfile bien podría parecerse al que puede observarse en otras ciudades en carnaval (ahora entiendo por qué aquí no se celebra, supongo que quedaría eclipsado por este), salvo por dos excepciones: los ciclistas desnudos y los participantes. Mención especial merecen los de la organización, los periodistas que cubrían el evento iban ataviados con camisetas tie-dye de color arcoíris, de muñeca anime o de las cosas más variopintas, y las “policías” que regulaban el tráfico de ciclistas y personas que querían cruzar iban vestidas de rosa fucsia, peluca incluida.

El desfile lo abrían cientos de ciclistas que iban con los cuerpos desnudos (la mayoría) y pintados de diversos temas: superhéroes, personajes de comics y películas, motivos reivindicativos o seres fantásticos como hadas, unicornios y sirenas. Aquí tenéis unas cuantas fotos, espero que no me censuren el blog.

Una pena que esté borrosa, creo que el malabarista en monociclo fue mi preferido

Como podéis ver también había quien llevaba otro tipo de vehículos


Incluso patines



Tras los ciclistas venían una serie de bandas de música y agrupaciones con carrozas. Había desde grupos de colegios hasta malabaristas, personas reclamando el derecho a una vivienda, recaudando dinero para asociaciones LGTB, imitando a Trump y su muro, o simplemente predicando el amor, pidiendo que nos uniésemos todos para pensar en nuestros sueños y mandar vibraciones de amor al universo… me ha impresionado ver cómo lo vivían todos ellos. Me ha llamado la atención que participasen en el desfile niños pequeños: sus padres los llevaban con tapones para los oídos o auriculares para que no les molestase el ruido de las bandas de música, bien tapados para que no les molestase el frío, pero con los ojos bien abiertos para ir viendo unos cuantos pechos y alguna que otra p****. No sé si en España se habría mezclado un entretenimiento familiar con personas desnudas (salvo en contextos concretos como playas o campings nudistas, en los que estar en bolas es lo más normal del mundo, para pequeños y mayores).

No sabría decir por qué, pero los muñecos estos daban un poco de grimita

Estos son los de las vibraciones de amor

Y este se autoproclamó rey del desfile, consiguiendo la ovación del público

No entendí bien el concepto de esta: la carroza se llamaba "purple rain" pero quien iba sobre ella era Bowie, no Prince...

Cuando ha terminado el desfile, nos hemos sentado al lado del recinto del festival de música a escucharlo mientras descansábamos y hemos dado una vuelta por los puestos. Había desde artesanía de cuero, ropa hippie, comida casera (o fritanga temática de diferentes países), lectura de mano, pintura de cara, masajes, trenzas para el pelo… Todo muy hippie (menos un puesto de Microsoft, la verdad es que no pegaba mucho con el resto del panorama, pero supongo que en la filosofía del “todo se acepta” no iban a dejarlos fuera).

Creo que lo que más me ha llamado la atención ha sido lo natural que se veía la diversidad. Tanto en el desfile como fuera de él había personas con diferentes tipos de ropa (desde desnudos hasta luciendo complementos como orejas y rabo), todo tipo de colores y telas, y todo tipo de cuerpos. Las personas los mostraban enteros sin pudor pero también sin afán exhibicionista, ya tuviesen 20 años o 70, cuerpo 10 o estrías y celulitis. Había quien lucía en su barba canosa todos los colores del arcoíris, chicas con unas melenas considerables en las piernas y mujeres planeta (con pi*** y con t*tas), orgullosas de mostrar que habían cambiado la forma en la que vinieron al mundo.

Si me hubiesen contado esto sin haberlo vivido, me lo imaginaría todo como una especie de orgía depravada. Nada más lejos de la realidad. Como comentaba antes, los niños, los carritos de bebé o las personas mayores en sillas de ruedas abundaban. Todo era natural. Todo fluía. No sé si es el barrio o sus habitantes, pero una cosa puedo decir: Freemont tiene magia. Creo que en lugar de estar por encima del arcoíris, este barrio se esconde dentro de él.

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Bueno Soletes, espero que os haya gustado esta experiencia. Siento anunciaros que vais a estar unas semanas sin saber de mí… me voy de viaje hoy y vuelvo en 10 días, pero el fin de semana siguiente me vuelvo a ir, así que no sé cuándo volveré a tener tiempo para escribir. Lo que sí prometo es tomar nota de todo y contaros los detalles a la vuelta.

Debo confesar que estoy ilusionada y asustada a partes iguales, tengo la sensación de que mi primera parada (Chateau Montebello, Canadá) me cambiará por una serie de motivos que ya os contaré. Aquí os dejo una página web que os dará una pista de dónde andaré metida, por si tenéis curiosidad. 


Os mando miles de besos hasta mi regreso, disfrutad de la playa vosotros que podéis y no os olvidéis de echaros cremita, que sólo tenemos una piel.

Aquí os dejo los enlaces de siempre:
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domingo, 19 de junio de 2016

30. Graduaciones

Hola Soletes,
Esta semana os vuelvo a traer un post de los largos, de los profundos. La verdad es que he estado un poco pocha estos días pues he vivido otra de esas experiencias que supone haber decidido ir a cumplir tus sueños lejos de casa: perderte momentos importantes de la vida de los que dejas allí. En este caso una graduación de final de carrera.

Todo aquí me lo está recordando. En la Universidad de Washington la promoción de 2016 se graduó el pasado fin de semana. Llenaron nada más y nada menos que un estadio entero, pues aquí se gradúan todas las carreras a la vez. En los institutos empezaron la semana pasada, la primera vez que vi a un grupo de graduados pensé que había un concierto de góspel o algo (iban con túnicas blancas y no llevaban gorros) pero después vi a más compañeros y caí en la cuenta de que se trataba de una graduación. Como me produjo curiosidad, quise saber más del tema y comprobar si las cosas que nos vende Hollywood al respecto son verdad o no.

Para salir de dudas, hablé sobre el tema con una compañera de trabajo, a la que llamaremos Ashley, con la que he quedado un par de veces para tomar algo después del trabajo (o hacer un “after-work”, como dicen por aquí), es una chica muy dulce y muy amable, me transmite paz, no sé por qué, la cuestión es que estuvo en Granada hace unos años y sabe español, por lo que está encantada de poder hacer esta especie de intercambio de idiomas de vez en cuando. Me estuvo contando cómo fue la graduación de su hermana la semana anterior, que había terminado medicina también (qué casualidad) y me sorprendieron varias cosas. Por lo visto aquí la tradición es irte con tu familia tras la ceremonia y hacer una cena, nada de celebrarlo con la clase: los bailes que se ven en las películas son para celebrar la mayoría de edad o el final del curso, nada que ver con la graduación.

Sí que hay cosas parecidas a España: en la ceremonia habla algún alumno, algún orador da la conferencia de clausura, los llaman a todos por su nombre y les colocan algo. Pero aquí empiezan las diferencias: todos llevan puesta una túnica, y en lugar de una beca o banda les colocan una especie de capucha (hood) que cae hacia atrás. Así como en España las becas son del color que representa a la carrera (amarillo para medicina, morado para psicología, etc) en Estados Unidos hay una parte de la capucha (velvet) que sigue el mismo patrón pero hay otras dos que no: el “lining” tendrá los colores de tu escuela primaria y el “chevron” los de la secundaria, es decir, que tu capucha será diferente de la de tus compañeros.

Aquí os pongo un ejemplo (fuente)

Además de eso, sí que es cierto que llevan el birrete que aparece en las películas y que lo tiran al aire. No obstante, Ashley me comentó que algunas tradiciones varían según el lugar o el tipo de graduación, en la de su hermana, por ejemplo, no hicieron lo de tirar el gorro porque era muy formal y a la hora de subir al escenario, su hermana lo hizo acompañada de su padre y de su novio, en lugar de sola.

Me llama la atención cómo esta celebración tiene un cariz mucho más familiar aquí que en España, donde muchas veces hay un aforo máximo y, por tanto, tienes que decidir qué familiar asiste, y lo común es que la clase se vaya a celebrarlo con los compañeros después. En fin, otro aprendizaje más sobre esta cultura.

13 de junio
Me está dando mucha pena. No puedo evitarlo, no dejo de pensar que en tres días se gradúa mi hermana y yo no voy a estar allí para verlo. Ya sé que será un rato, sé que son muchos alumnos y puede que la viese de lejos, que luego se irá a celebrarlo con sus compañeros de clase y la familia no asiste a esa parte. Sé que tengo mil cosas que hacer aquí, que estoy a 8000 km y que los vuelos son carísimos en estas fechas… todo eso lo sé, y aun así me encuentro volviendo a mirar por si hubiera algún vuelo barato de última hora y con buen horario para ir a darle la sorpresa. Y no lo hay.

Hace ya tres años me perdí la graduación de Bachillerato de mi otra hermana… estaba solo a 800 km pero el mismo día y a la misma hora daba una ponencia en un congreso de cuyo comité organizador también formaba parte. En ese momento me jure a mí misma que no me volvería a perder algo así pero está visto que hay promesas que no se pueden cumplir. Y duele. Es cierto que he estado al tanto del proceso de elección de vestido y demás parafernalia, y que podré verlo todo en video cuando vuelva pero no es lo mismo, siento que no habré estado con ella en un día que era importante, uno de esos que recordará toda su vida.

Tenía que organizarme bien con el tema de los viajes, pues en algún momento antes de finales de octubre debía ir a España a renovar el visado (por un error administrativo me lo dieron de un año en lugar de dos) y parecía que junio era demasiado pronto… por lo que una opción era haber ido a la graduación y volver a finales de octubre. Lo malo de esa opción es que perdería también dos momentos importantes: mi 30 cumpleaños y las navidades. Volviendo en agosto puedo renovar visado en septiembre y volver en diciembre para despedir el año en España. Así que eso es lo que decidí: dejar a mi hermana sin mi compañía a cambio de cambiar de década con los míos y no dejarles otras navidades sin mi presencia… En aquel momento me pareció lo mejor (y más teniendo en cuenta lo importantes que son para mí los cumpleaños y lo mal que se pasa cuando estás lejos), pero ahora me planteo si no habré sido egoísta en realidad. En fin, la decisión está tomada y no hay vuelta atrás, una vez más en eso consiste madurar: apechugar con la decisión de haberse ido lejos y todo lo que ello implica.

14 de junio
Hoy ha sido un día agridulce. Amargo porque no he rendido apenas en el trabajo, estaba muy dispersa y me costaba un gran esfuerzo centrarme, a pesar de mi música y mis infusiones, que suelen actuar como un catalizador de mi concentración.

Dulce porque he descubierto una heladería impresionante cerca de casa. He probado el helado de caramelo salado con fudge de chocolate caliente… No tengo palabras. Dulce también porque he descubierto rincones mágicos de mi barrio (más todavía), me he perdido y me ha encantado perderme y descubrir un local de recreativos ochenteros, una tienda de artesanía preciosa y algo de arte urbano. Hoy me ha hecho ilusión recordar que estas serán mis calles durante un año y cinco meses más.

Y otra vez se ha vuelto amargo cuando he recordado que estoy lejos, ajena, perdiéndome cosas. Respira… No se puede tener todo, por más que queramos, no hay tiempo para todo. Claro que podemos organizarnos, claro que la distancia física no es nada gracias a la tecnología y a las buenas relaciones, que aguantan los más prolongados silencios pero a veces es un “mucho”, los abrazos digitales no están todavía inventados. Quizás sea esto lo que sienten los padres que no pueden estar con sus hijos todo lo que les gustaría porque han decidido que, además de padres, quieren ser más cosas en la vida, y eso requiere pasar tiempo fuera de casa. Si yo me siento así con mis hermanas o mi ahijada, cuando veo cómo crece y todo lo que me estoy perdiendo, se me pone la carne de gallina sólo de pensar en cómo se tienen que sentir ellos. En fin. Entre culpa y pena voy a intentar recordar lo bueno de hoy, a ver si añadiendo un poco de música a la mezcla consigo que el dulce del caramelo le gane al amargo del chocolate.

15 de junio
Hoy he estado distraída. Lo he dado todo en el trabajo y luego he descubierto un restaurante coreano que no está nada mal (he probado el famoso kimchi por fin  ), así que tampoco es un balance negativo. He hablado un poco con mi hermana por Whatsapp por la mañana y me he sentido mejor, de alguna manera sigo consiguiendo estar sin estar, o al menos eso creo. Tampoco quería decirle nada de cómo me siento para no empañarle el día, sé que es muy sensible y no quiero ser la sombra que penda sobre su cabeza mañana. Así que a tragar saliva y sonreír con la voz en las notas de audio, si una nochevieja por Skype no estuvo tan mal, creo que sobreviviremos a esto. De alguna manera este post se convierte en mi confesión, siempre soy sincera con los míos respecto a cómo me siento, y quiero que siga siendo así… aunque en esta ocasión creo que había que aplazar “el momento de la verdad”.

Me siento un poco rara, pensando que esto lo leerán más de 60 personas y que a lo mejor os importa más bien poco pero creo que no todo pueden ser paisajes y festivales, también hay momentos en los que esta experiencia se vuelve cruda, y desde esa crudeza os escribo. Es como lo siento, es lo que hay, y creo que sólo siendo fiel a mi esencia puedo hacer que el conjunto se convierta en algo de calidad.

16 de junio
12.00 (9 de la noche, hora española)
Se estará graduando ahora mismo. Me la imagino guapísima, sentada entre sus amigos, quizás de la mano intentando contener las lágrimas mientras uno de sus compañeros pronuncia el discurso. Me la imagino elegante, subiendo al escenario flotando dentro de su vestido rojo, las miradas cómplices, la emoción, los abrazos de después…

Solo es un día, sí, solo es un rito, sí. Pero es importante. He tropezado con esta piedra dos veces y tengo claro que no lo volveré a hacer una tercera… y menos si con ello puedo nublar el gran día de alguien. Está claro que hoy no soy importante pero en estos días tiendes a hacer balance, haces recuento y, por tanto, notas más lo que te falta (en este caso, yo) y lo echas de menos. Mi único consuelo es uno de los motivos por los que decidí no ir: utilizar el dinero de mi vuelo para pagarle uno a ella. De esa forma podrá tener un merecido premio y descanso cuando se examine del MIR, de esa forma conocerá más mundo, de esa forma podremos compartir un tiempo que, de haber ido yo, no habríamos tenido tampoco.

14.00
Por fin he podido hablar con ella. Parecía contenta y emocionada, seguro que ahora se lo pasa genial con sus compañeros. Qué curiosa es la vida, justo hoy he recibido un email que anuncia que (de una forma un poco extraña) tendré una especie de graduación americana… estad atentos que ya os contaré. Parece que voy a tener cosas muy interesantes que contaros estas semanas, así que podéis seguir votando vuestros temas preferidos en este enlace y ya los retomaré a la vuelta de… bueno, la semana que viene os doy los detalles, que si no me va a quedar esto muy largo. Mil besos.

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Este post, por supuesto, va dedicado a mi hermana: estoy muy orgullosa de ti, por lo que se ve y por lo que no. Por el esfuerzo, la dedicación, por superar todo lo que has superado (desde aquellas uvas en el hospital hasta los malos ratos estando en otro país), por crecerte en la adversidad, por superarte a ti misma y conquistar a todo el que te conoce de verdad, por seguir siendo tú a pesar de los pesares, por no perder tu niña interior y seguir queriendo salir a jugar con la mía. Por todo eso y por lo que las palabras no pueden escribir: te quiero. Te guardo un abrazo especial para cuando pueda, por fin, volver a tenerte conmigo.

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