"Sólo quedará por probar un sentido,
el del ridículo por sentirnos libres y vivos"
Izal, Qué bien
Sus habitantes dicen
que Freemont es el centro del universo. Después de esta experiencia, me lo
creo. Es difícil de explicar la clase de energía que se ha concentrado a lo
largo de sus calles, el buen rollo se respiraba casi con más intensidad que el
mismo aire. El ambiente, la gente, todo invitaba a creer que no había reglas,
que lo mismo podías desnudarte que vestirte con todos los colores del arcoíris
a la vez, sin importar tu edad o sexo. Pero empezaré por el principio…
Fachada de un edificio del barrio |
18 de junio
Hoy ha sido la
celebración del solsticio de verano, que este año coincide con la “strawberry moon”(algo así como la luna
de fresa, nombre que recibe la luna llena de junio), por lo visto es la primera
vez en 50 años que coinciden y la siguiente será dentro de otros 50, casi igual
que Halley. Para festejar el día más largo del año es tradición en el barrio de
Freemont organizar un festival. El programa se compone de un festival de
música, puestos al aire libre de comida y bebida y todo tipo de artesanía,
causas sociales o servicios. Pero el evento más importante, aquel que se lleva
a cabo como dicen por aquí “rain of shine” algo así como “llueva o haga
sol”(literalmente) es el desfile.
He quedado con
Galadriel y llegar ha sido toda una odisea. Cuando llevaba un par de paradas
recorridas en el autobús que supuestamente me llevaba hasta Freemont, la
conductora ha anunciado que hoy no pararían en el barrio, que si queríamos ir
al desfile cogiésemos otro autobús diferente. Me he bajado corriendo y tras un
rato ha venido el susodicho. Ha tardado casi el doble de lo normal en
aproximarse, pues se montaba mucha gente y en la mayoría de paradas el
conductor tenía que decirles a los que esperaban que ya estaba lleno.
Finalmente, ha dicho por megafonía que las carreteras estaban cortadas y tenía
que dejarnos en un punto concreto: a 15 min de la parada donde Galadriel (con
la que no podía comunicarme porque no tiene internet en el móvil) llevaba ya
esperándome otros 15. Genial. Tras atravesar un puente y a las cientos de personas
que ya esperaban para ver el desfile, subí la última cuesta sudando como una
cerda y la encontré. Menos mal que decidió esperarme…
Al final tuvimos
suerte, nos colocamos tras una especie de tribuna donde había varias personas
que parecían ser de alguna asociación del barrio. Entre ellos destacaba un
pirata que hacía las veces de maestro de ceremonias y comentarista. Aquí tenéis
una foto:
Fue un buen sitio
porque algunos de los participantes del desfile se paraban a “chupar cámara”
ante ellos. Por eso y porque, de vez en cuando pasaban una bolsa con trozos de chocolate
para que cogiera quien quisiera, chocolate del que se come… estábamos en el
barrio hippie, sí, pero allí también está la sede de Theo, la fábrica de
chocolates local. Antes de empezar, repartieron tizas de colores y animaron a la concurrencia a decorar la carretera con ellas; niños y mayores se animaron a hacerlo.
El desfile bien podría
parecerse al que puede observarse en otras ciudades en carnaval (ahora entiendo
por qué aquí no se celebra, supongo que quedaría eclipsado por este), salvo por
dos excepciones: los ciclistas desnudos y los participantes. Mención especial
merecen los de la organización, los periodistas que cubrían el evento iban
ataviados con camisetas tie-dye de color arcoíris, de muñeca anime o de las
cosas más variopintas, y las “policías” que regulaban el tráfico de ciclistas y
personas que querían cruzar iban vestidas de rosa fucsia, peluca incluida.
El desfile lo
abrían cientos de ciclistas que iban con los cuerpos desnudos (la mayoría) y
pintados de diversos temas: superhéroes, personajes de comics y películas,
motivos reivindicativos o seres fantásticos como hadas, unicornios y sirenas.
Aquí tenéis unas cuantas fotos, espero que no me censuren el blog.
Una pena que esté borrosa, creo que el malabarista en monociclo fue mi preferido |
Como podéis ver también había quien llevaba otro tipo de vehículos |
Incluso patines |
Tras los
ciclistas venían una serie de bandas de música y agrupaciones con carrozas.
Había desde grupos de colegios hasta malabaristas, personas reclamando el
derecho a una vivienda, recaudando dinero para asociaciones LGTB, imitando a
Trump y su muro, o simplemente predicando el amor, pidiendo que nos uniésemos
todos para pensar en nuestros sueños y mandar vibraciones de amor al universo…
me ha impresionado ver cómo lo vivían todos ellos. Me ha llamado la atención
que participasen en el desfile niños pequeños: sus padres los llevaban con
tapones para los oídos o auriculares para que no les molestase el ruido de las
bandas de música, bien tapados para que no les molestase el frío, pero con los
ojos bien abiertos para ir viendo unos cuantos pechos y alguna que otra p****.
No sé si en España se habría mezclado un entretenimiento familiar con personas
desnudas (salvo en contextos concretos como playas o campings nudistas, en los
que estar en bolas es lo más normal del mundo, para pequeños y mayores).
No sabría decir por qué, pero los muñecos estos daban un poco de grimita |
Estos son los de las vibraciones de amor |
Y este se autoproclamó rey del desfile, consiguiendo la ovación del público |
No entendí bien el concepto de esta: la carroza se llamaba "purple rain" pero quien iba sobre ella era Bowie, no Prince... |
Cuando ha
terminado el desfile, nos hemos sentado al lado del recinto del festival de
música a escucharlo mientras descansábamos y hemos dado una vuelta por los
puestos. Había desde artesanía de cuero, ropa hippie, comida casera (o fritanga
temática de diferentes países), lectura de mano, pintura de cara, masajes,
trenzas para el pelo… Todo muy hippie (menos un puesto de Microsoft, la verdad
es que no pegaba mucho con el resto del panorama, pero supongo que en la
filosofía del “todo se acepta” no iban a dejarlos fuera).
Creo que lo que
más me ha llamado la atención ha sido lo natural que se veía la diversidad.
Tanto en el desfile como fuera de él había personas con diferentes tipos de
ropa (desde desnudos hasta luciendo complementos como orejas y rabo), todo tipo
de colores y telas, y todo tipo de cuerpos. Las personas los mostraban enteros
sin pudor pero también sin afán exhibicionista, ya tuviesen 20 años o 70,
cuerpo 10 o estrías y celulitis. Había quien lucía en su barba canosa todos los
colores del arcoíris, chicas con unas melenas considerables en las piernas y mujeres
planeta (con pi*** y con t*tas), orgullosas de mostrar que habían cambiado la
forma en la que vinieron al mundo.
Si me hubiesen
contado esto sin haberlo vivido, me lo imaginaría todo como una especie de
orgía depravada. Nada más lejos de la realidad. Como comentaba antes, los
niños, los carritos de bebé o las personas mayores en sillas de ruedas
abundaban. Todo era natural. Todo fluía. No sé si es el barrio o sus
habitantes, pero una cosa puedo decir: Freemont tiene magia. Creo que en lugar
de estar por encima del arcoíris, este barrio se esconde dentro de él.
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Bueno Soletes,
espero que os haya gustado esta experiencia. Siento anunciaros que vais a estar
unas semanas sin saber de mí… me voy de viaje hoy y vuelvo en 10 días, pero el
fin de semana siguiente me vuelvo a ir, así que no sé cuándo volveré a tener
tiempo para escribir. Lo que sí prometo es tomar
nota de todo y contaros los detalles a la vuelta.
Debo confesar que
estoy ilusionada y asustada a partes iguales, tengo la sensación de que mi
primera parada (Chateau Montebello, Canadá) me cambiará por una serie de
motivos que ya os contaré. Aquí os dejo una página web que os dará una pista de
dónde andaré metida, por si tenéis curiosidad.
Os mando miles de
besos hasta mi regreso, disfrutad de la playa vosotros que podéis y no os
olvidéis de echaros cremita, que sólo tenemos una piel.
Aquí os dejo los
enlaces de siempre:
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